Tras la fumata blanca que anunció su elección, el nuevo papa ya se encuentra en la llamada “Sala de las Lágrimas”, donde se viste con la sotana blanca papal y se prepara para su primera aparición pública ante los fieles desde el balcón de la basílica de San Pedro.
El ritual marca uno de los momentos más íntimos y solemnes del cónclave. La Sala de las Lágrimas, ubicada junto a la Capilla Sixtina, recibe su nombre por la carga emocional del momento: allí, los pontífices recién elegidos suelen derramar lágrimas de emoción, reflexión o desahogo antes de enfrentar su enorme responsabilidad espiritual.
La estancia fue preparada con anticipación y cuenta con tres sotanas blancas de distintas tallas, sobrepelliz, estola, zapatos, fajines y una cruz dorada. Una vez vestido, el nuevo sumo pontífice recibirá el homenaje de los cardenales que participaron del cónclave.
En los próximos minutos, el cardenal protodiácono Dominique Mamberti será el encargado de anunciar oficialmente al nuevo papa desde el balcón central con el tradicional “Habemus Papam”, seguido de la presentación pública del nuevo líder espiritual de la Iglesia católica, que brindará su primera bendición urbi et orbi.
La elección se concretó luego de que el candidato alcanzara al menos 89 votos, es decir, los dos tercios necesarios entre los 133 cardenales electores