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“Prevost es el testamento de Francisco”: la historia en primera persona de quien trabajó a su lado en Perú

Augusto Rodolfo Martínez Ibáñez, miembro de la diócesis de Chiclayo y excoordinador de la Comisión de Movilidad Humana y Trata de Personas, compartió en Rivadavia AM 630 su experiencia junto a Robert Prevost, el nuevo Papa León XIV. Lo definió como un hombre de calle, de sencillez extrema y compromiso profundo con los más vulnerables. “Prevost es el testamento de Francisco”, aseguró.

“Chiclayo celebra la elección del papa León XIV”, dijo emocionado Augusto Rodolfo Martínez Ibáñez. Y no es para menos: el nuevo pontífice no solo vivió más de tres décadas en Perú, sino que fue obispo de esa ciudad desde 2015, luego de haber sido nombrado administrador apostólico por el Papa Francisco. “Él asumió la nacionalidad peruana y concretamente su documento de identidad lo hizo en Chiclayo, donde ha servido por alrededor de nueve años”, recordó Martínez Ibáñez en la entrevista.

La historia del nuevo papa en Perú comienza en 1985, cuando llega al país “muy joven, prácticamente ordenado sacerdote”, y se instala en zonas marcadas por el terrorismo como Trujillo, Chulucanas y Lima. “Trabajó en la época más complicada del terrorismo, donde Sendero Luminoso masacró a más de 25.000 peruanos”, señaló. En ese contexto, dijo, “Monseñor Prevost supo estar del lado de la gente, de la Iglesia con rostro humano”.

Martínez Ibáñez, laico comprometido con la pastoral desde hace más de 40 años, compartió tareas directamente con el ahora Papa a partir de 2014. “Él impulsó fuertemente la pastoral social. Le dio a nuestra Iglesia un rostro humano, solidario, compasivo”, expresó. Su papel en la crisis migratoria venezolana fue determinante: “Chiclayo era punto de paso hacia Lima, pero miles de familias venezolanas se quedaron sin nada. Monseñor nos convocó para formar la Comisión de Movilidad Humana. Desde ahí comenzó todo un trabajo con migrantes y refugiados”, relató.

Según Martínez Ibáñez, el prejuicio contra los migrantes fue alimentado por discursos oficialistas. “Tenemos los índices de criminalidad y no llegamos ni al 0.1% de incidencia extranjera. Cuando la situación se convulsiona, los regímenes levantan cortinas de humo y culpan a los venezolanos, colombianos, haitianos…”, explicó, y recalcó: “La Iglesia tiene que levantar su voz por justicia”.

SERENO, IMPARCIAL Y DISCRETO

Pero ¿cómo es Robert Prevost fuera de lo público? “No era un tipo de sotanas. Era un tipo de pantaloncito y camisa blanca que se paseaba por toda la ciudad, comía arroz con pato y ceviche, bendecía a quien se lo pedía”, recordó con afecto. Lo describió como “sereno, imparcial, discreto, muy preocupado por la formación. Un pastor que huele a oveja”. En esa misma línea, insistió: “No necesitamos obispos de escritorio, necesitamos obispos que salgan a las periferias”.

Sobre su perfil doctrinal, dijo que se lo tilda de “más moderado” que Francisco, pero advirtió: “El solo hecho de que haya elegido el nombre de León XIV ya es un mensaje social. Es equilibrado y discreto, pero justo. Prevost es el testamento de Francisco”. En un gesto que revela su cercanía, contó que tras su elección le escribió un correo: “Le puse ‘que el Espíritu Santo te acompañe, pero también el espíritu de Francisco’”.

Consultado sobre la elección del atuendo papal al salir al balcón, distinto al de Francisco en 2013, respondió: “Prevost tiene ese don de hacer que no nos escandalicemos por las formas, sino que miremos el fondo. El hábito no hace al monje. Salió con el traje tradicional, sí, pero eso no quita su humildad. Él siempre será mediador”.

Para Martínez Ibáñez, el nuevo papa es un puente: “Lo primero que dijo fue: ‘Busquemos puentes para llegar a Cristo, pero también para llegar a nosotros mismos’. Es una buena señal para quebrar los extremos. La situación global no es buena, y América Latina sufre por las decisiones de Estados Unidos. Él puede ayudar a dialogar”.

También compartió una anécdota: “Hace tres años, en una misa, le dije en broma a un sacerdote ‘ese tiene pinta de papa’. Él se rió. Cuando fue elegido, se lo recordé. Fue algo así… como una profecía”. Y cerró con una reflexión: “No hay que perder la esperanza. Pero la esperanza no es pasiva: debemos convertirnos en actores, ser profetas. El profeta no solo anuncia, también denuncia todo lo que se opone al reino de Dios: la paz, la justicia y la dignidad humana”.

Chiclayo, mientras tanto, sigue en ebullición. “Es una locura. Todos quieren hablar, todos son amigos del papa. Pero más allá del fervor, León XIV representa una continuidad profunda: una Iglesia con los pies en la tierra y el corazón en los más olvidados”.