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Tambaleante: ¿Qué dice la Psicología sobre la gente que Disfruta del Yenga?

El Yenga, ese aparentemente simple juego de apilar bloques de madera para luego retirarlos sin derrumbar la torre, que aquí popularizó el gran Gerardo Sofovich, conquistó reuniones y sobremesas. Pero, ¿qué revela la afición por este juego sobre la mente de quienes lo disfrutan? La psicología sugiere que la gente que juega mucho al Yenga podría compartir ciertos rasgos y habilidades cognitivas.

Una de las características más evidentes es la paciencia y la capacidad de concentración. El Yenga requiere una atención meticulosa para analizar la estructura de la torre, identificar el bloque adecuado y retirarlo con precisión. Aquellos que disfrutan de este juego suelen ser personas capaces de mantener la calma bajo presión y concentrarse en la tarea presente, incluso cuando la tensión aumenta con cada movimiento.

Además, el Yenga fomenta el desarrollo del pensamiento estratégico y la planificación. Los jugadores no solo deben considerar el bloque que están retirando, sino también anticipar cómo afectará su movimiento a la estabilidad futura de la torre y a las opciones de sus oponentes. Esta capacidad de pensar a largo plazo y prever las consecuencias de las acciones es una habilidad valiosa en muchos aspectos de la vida.

La coordinación visomotora y la motricidad fina también son cruciales en el Yenga. La necesidad de manipular los bloques con cuidado y precisión sugiere que los aficionados a este juego pueden tener una buena conexión entre su percepción visual y sus movimientos manuales, así como un control preciso de sus manos y dedos.

Desde una perspectiva psicológica, el disfrute del Yenga puede estar relacionado con la tolerancia a la incertidumbre y la gestión del riesgo. Cada movimiento implica un riesgo potencial de derrumbar la torre, y los jugadores deben aprender a evaluar ese riesgo y tomar decisiones estratégicas en consecuencia. Aquellos que juegan mucho al Yenga podrían sentirse cómodos con cierto nivel de incertidumbre y ser capaces de tomar decisiones calculadas bajo presión.

El juego también puede apelar a personas con una preferencia por los desafíos intelectuales y la resolución de problemas. Cada turno presenta un nuevo enigma sobre qué bloque retirar sin causar el colapso. La satisfacción de realizar un movimiento exitoso y mantener la torre en pie puede ser gratificante para quienes disfrutan de la estimulación mental.

Finalmente, el Yenga es un juego inherentemente social. Aunque se puede jugar solo, es más común disfrutarlo en compañía. La interacción con otros jugadores, la necesidad de esperar turnos y la emoción compartida del potencial derrumbe pueden atraer a personas que valoran la interacción social y disfrutan de actividades compartidas.

En resumen, la gente que juega mucho al Yenga probablemente posea una combinación de paciencia, concentración, pensamiento estratégico, buena coordinación motora, tolerancia a la incertidumbre y gusto por los desafíos intelectuales y la interacción social. Este aparentemente sencillo juego de bloques puede ser una ventana a una mente analítica, estratégica y socialmente conectada.