Un blooper televisivo generó sorpresa y risas este lunes en la pantalla de América TV, cuando en el ciclo Lape Club Social Informativo que conduce Sergio Lapegüe, junto a Mauro Szeta, entrevistaron al supuesto abogado de Fabián Rossi, condenado por lavado de dinero… que resultó no serlo.
“Tenemos en línea al abogado Juan Pablo Merlo”, anunció con convicción Szeta en el programa. El letrado comenzó hablando con seguridad sobre la condena de cuatro años y seis meses que recibió Rossi, exmarido de Iliana Calabró y figura central del escándalo de La Rosadita, donde se lo vio contando miles de dólares en efectivo.
Sin embargo, a medida que las preguntas se volvieron más personales —sobre el arrepentimiento de Rossi, su reacción ante la pena o su situación actual—, Merlo interrumpió para aclarar lo impensado: “Cabe aclarar que Rossi no está… porque si no quedaría como que nosotros lo estamos representando, y no lo estamos representando”, dijo.
Según supo Noticias Argentinas, el abogado explicó que sólo se lo había consultado desde el programa para opinar sobre aspectos jurídicos, y que nunca se presentó como defensor del imputado. “Hay un error conceptual, pensamos que era usted el abogado, o al menos nos lo presentaron así”, se disculpó Szeta en vivo.
El momento, incómodo pero también humorístico, ocurrió justo cuando Fabián Rossi se entregó a la Justicia en Comodoro Py para cumplir su condena por el caso SGI, junto a otros cinco condenados. Uno de ellos, Julio Mendoza, fue hospitalizado por problemas de salud. Rossi permanece alojado en la Superintendencia de Investigaciones Federales mientras se resuelve su pedido de prisión domiciliaria, aunque a sus 60 años no puede alegar edad avanzada como atenuante.
El episodio generó reacciones inmediatas en redes sociales. “Lo único que faltaba es que terminara opinando el abogado de Dibu Martínez”, ironizó un usuario. Otros cuestionaron los controles de producción en TV: “Mañana entrevistan a mi primo, que estudió Derecho dos meses”.
Más allá del papelón, el momento volvió a poner en agenda el caso de La Rosadita, que reactivó las causas por lavado y exhibió los límites de los vivos televisivos en tiempos de vértigo informativo.