Li Wenxiang, más conocido como “el destripador de Guangzhou”, fue un asesino serial chino que mató a 13 mujeres, todas ellas trabajadoras sexuales, entre 1991 y 1996 y fue condenado a muerte.
Nacido en 1952 en el distrito de Meixian, provincia de Guangdong, este sujeto usaba diferentes armas para cometer sus homicidios, ya que algunas víctimas fueron mutiladas y otras recibieron varios martillazos.
El 22 de febrero de 1991 hallaron a la primera víctima deLi, una mujer de unos 23 años que fue abusada sexualmente y mutilada en la zona de los genitales.
Durante los siguientes seis meses se registraron otros cinco ataques, con un método similar, y los cuerpos eran abandonados entre grandes montañas de basura que desbordaban el distrito flotante de la ciudad.
Los crímenes cesaron de manera abrupta y se creyó que el régimen comunista chino podía haberlo resuelto sin brindar información sobre el culpable.
Sin embargo, esa idea quedó de lado al encontrarse un nuevo cadáver rasa en la costa de la entonces colonia británica de Hong Kong .
El diario South China Morning Post informó que la víctima debió haber sido rescatada desde el continente, ya que no se habían presentado denuncias de desaparición.
La mujer asesinada había sido desgarrada casi por completo y luego cosida, con los dedos mutilados.
El jefe del Departamento de Investigación Criminal provincial de Guangzhou reveló: “En mis treinta años en la Policía, nunca me había encontrado con algo así. Quizá el asesino lo copió de Occidente”.
Los crímenes continuaron de la misma manera, aunque en algunos casos las mujere serán matadas a martillazos.
Sin embargo, en noviembre de 1996 Li abordó a una nueva víctima y pensó que la había matado, pero la mujer sobrevivió y lo identificó como un ex granjero emigrante que se había unido a una cuadrilla de construcción local.
A partir de ese dato, la Policía inició una investigación, lo identificó y procedió a detenerlo son que opusiera resistencia.
El asesino serial confesó los homicidios y dijo que su motivación era la antipatía hacia las trabajadoras sexuales, ya que una de ellas presuntamente lo había estafado poco después de su llegada a la ciudad.
El Tribunal Popular Intermedio de China lo declaró culpable de todos los cargos y lo condenó a muerte el 18 de diciembre de 1996.
