En los extremos del territorio argentino, desde los pasos cordilleranos hasta las regiones australes más remotas, los trabajadores de la Dirección General de Aduanas cumplen un rol esencial en condiciones adversas y, muchas veces, de aislamiento total.
Según supo Noticias Argentinas, Argentina cuenta con 59 aduanas distribuidas a lo largo del país, muchas en zonas montañosas, inhóspitas o distantes de cualquier centro urbano. Desde allí, y pese al clima extremo, a las rutas bloqueadas por nieve o al deterioro edilicio, los agentes garantizan el funcionamiento del sistema aduanero, resguardando las fronteras, fiscalizando el comercio exterior y combatiendo el contrabando.
Orestes Altamiranda, desde la Aduana de Ushuaia, cuenta que el frío no frena la actividad en puertos y aeropuertos, y que el trabajo continúa sin pausas. En la Patagonia, Andrés Taborda describe caminos intransitables y riesgos constantes para quienes acceden a los puntos de control.
En Mendoza, en el paso de Horcones – Los Libertadores, Jeremías Ventura asegura que se enfrentan a temperaturas de hasta -25°C, sumadas a tormentas de viento y tierra. Aun así, los operativos aduaneros siguen activos en una zona de tránsito internacional.
El panorama se repite en puntos estratégicos como Paso de Jama (Jujuy), Paso Roballos (Santa Cruz), San Sebastián (Tierra del Fuego) y Puerto Pilcomayo (Formosa). Son puestos que vigilan rutas clave para evitar el ingreso ilegal de mercadería, resguardar la salud pública y proteger el ambiente.
Flavia Ojeda, medidora en Campana y capacitadora, destacó que en el Paso San Francisco, en Catamarca, los agentes deben dormir en refugios a más de 4700 metros de altura, en condiciones de infraestructura mínima.
El trabajo de estos agentes representa una pieza clave en la estructura del Estado y un símbolo concreto de soberanía, reafirmando que incluso en los márgenes del mapa, Argentina está presente.