¿Puede el lenguaje corporal de una persona contarnos sus emociones aunque no nos diga una sola palabra? Durante años, en mis investigaciones sobre la comunicación no verbal en distintos países y, especialmente, en las cárceles donde pasé más de una década observando y analizando la gestualidad humana, he aprendido que las expresiones corporales suelen ser tan reveladoras como las palabras. A veces, incluso más.
Recientemente, la noticia de la prisión domiciliaria a Cristina Fernández de Kirchner y la autorización para que saliera al balcón a saludar a sus seguidores despertó en mí una curiosidad particular. Lo que más llamó mi atención fue cómo, al apoyar sus manos en la baranda, sus dedos pulgares quedaron notablemente elevados, formando un gesto que, en el mundo del lenguaje corporal, tiene un significado muy preciso.
Este acto, en apariencia simple, encierra un universo de interpretaciones. El gesto de elevar los pulgares, conocido en la comunicación no verbal como un emblema del “ok”, es una señal que, según el reconocido psicólogo Paul Ekman, se denomina “fuga emblemática”. Es un gesto que suele expresar una emoción positiva, una aprobación o un estado de bienestar. En circunstancias donde las emociones son complejas o contradictorias, este gesto puede filtrarse sutilmente, revelando una conexión profunda con sentimientos internos.
Lo que resulta particularmente interesante es que, en mis observaciones en distintos contextos y culturas, los gestos de las manos revelan mucho más que las palabras. Por ejemplo, cuando las personas sienten emociones negativas como ira, miedo o tristeza, tienden a esconder el pulgar o a mantenerlo en una posición cerrada, como un acto involuntario de protección o autoconsuelo. Es un comportamiento que, en muchas ocasiones, sucede de manera inconsciente y que indica un estado emocional no expresado públicamente o incluso un intento consciente de engañar.
El gesto de Cristina, en ese momento, parece transmitir algo más allá de la simple celebración o aprobación. La elevación del pulgar cuando la hacemos conscientemente, recordemos, es un gesto social que tiene como objetivo transmitir a un otro nuestro estado anímico. Es así que en ese contexto se trata de un gesto que proyecta – inconscientemente claro está – tranquilidad en medio de una situación adversa. La ciencia del lenguaje corporal, como nos enseña Ekman, nos muestra que estos movimientos sutiles son pistas que, si las logramos leer con atención, nos ayudan a comprender mejor lo que una persona siente en su interior.
Los gestos, aunque a veces sutiles, son ventanas abiertas que nos permiten observar el interior emocional de una persona. La “fuga emblemática” del pulgar, en particular, es un signo de que, en ese momento, alguien está conectando con emociones positivas, incluso si intenta ocultarlas o si la situación parece contradecir esa señal.
En definitiva, los pulgares de Cristina Kirchner nos ofrecen una pista más en el complejo lenguaje no verbal que todos llevamos dentro. Porque, no solo las palabras construyen la narrativa de una emoción, sino también, y principalmente, cada pequeño movimiento que realizamos en nuestra gestualidad. Porque como siempre decimos en nuestro laboratorio de investigación, nuestro cuerpo no sabe mentir.