China, la segunda economía del mundo por Producto Bruto, va camino de convertirse en la principal potencia mundial en la próxima década, según coinciden los principales analistas internacionales.
Su crecimiento es imparable -aseguran-, como consecuencia de haber logrado combinar una economía de mercado con una férrea planificación, aplicada con mano de hierro por el gobernante Partido Comunista, en un país con más de 1.400 millones de habitantes.
Uno de los pilares de ese crecimiento, que pone en jaque a los Estados Unidos como primera potencia mundial, se basa en el desarrollo de la actividad siderúrgica, clave -entre otras cosas- para la construcción, la industria automotriz, los electrodomésticos y un sinnúmero de desarrollos.
Un informe elaborado por la asociación latinoamericana Alacero, al que accedió Noticias Argentinas, pone blanco sobre negro a costa de qué estrategias cuestionables se produce el crecimiento enorme de los chinos en ese mercado clave.
“Estos productos no compiten de forma leal, sino que son consecuencia de subsidios -directos e indirectos- que distorsionan el mercado”, advierte el reporte.
Y señala que “eso termina afectando el empleo y la producción en América Latina y genera
la primarización de nuestra región”.
Este camino, repleto de subsidios, incluye, según Alacero:
• Créditos subsidiados en sus tres dimensiones fundamentales: monto, plazo y tasa de interés.
• Subsidios en el uso de tierra e infraestructura inicial.
• Direccionamiento del Estado en la adquisición y fusión de empresas competidoras.
• Subvenciones directas para la inversión en construcción de fábricas y hornos.
• Precios debajo de mercado para obtención de materias primas.
En materia de producción, se organiza en función de:
• Contratación de proveedores (empresas chinas también subsidiadas) Límites a la competencia externa para proveer a empresas chinas.
• Energía y utilidades a precio subsidiado o gratis
• Exenciones impositivas a la contratación de personal
• Financiamiento de capital de trabajo a tasas subsidiadas por parte de bancos estatales
• Contratos con empresas de la cadena de valor para producir autos, lavarropas, heladeras y materiales de construcción dentro de China, a pesar de que muchas veces esa producción no tiene una demanda real asociada.
Exportación
• Subsidios en la logística para transporte internacional.
• Regulaciones internas y en países aliados del Sudeste Asiático obligan a las empresas a comprar acero chino.
¿CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS?
Subvenciones desproporcionadas
El informe alerta que las grandes subvenciones corren el riesgo de distorsionar la competencia, reducir los incentivos a la eficiencia y aumentar la dependencia de las ayudas estatales, consigna el reporte.
Además, señala que “el fuerte apoyo a la expansión de la siderurgia de arco eléctrico -a través de subvenciones y acceso preferencial a la tierra, la energía y el crédito- puede dar lugar a un exceso de inversión, superando la demanda del mercado y empeorando los problemas de exceso de capacidad existentes”.
Desde alacero advirtieron que las subvenciones de sustentabilidad “coexisten con el apoyo contínuo al carbón, lo que ralentiza el cambio a una siderurgia baja en carbono y pone de manifiesto las contradicciones de la combinación de políticas chinas”.