El cantante y escritor Iván Noble sostuvo que “es muy difícil conservar cierta potencia artística después de determinados momentos”, en diálogo con Nicolás “Cayetano” Cajg en No Trates de Entenderlo por Radio Metro 95.1.
En principio, el artista se refirió a la trama de su nuevo libro a través de una conmovedora anécdota familiar: “Mi viejo era médico dermatólogo y lo fue durante toda su vida. Un día antes de que yo cumpla 50 años, mi viejo que gozaba de perfecta salud, lo encontró mi vieja derrumbado en el baño, ensangrentado y con convulsiones”.
“Tuvo un tumor cerebral maligno. Un glioblastoma. A partir de ahí empezó un periplo muy doloroso familiar de casi dos años con una enfermedad terminal. Así, el libro iba a ser una crónica sobre eso, pero terminó por ser un recordatorio de lindos momentos con él”, continuó.
Por tanto, Noble describió su escritura: “Es autobiográfico como punto de partida, pero tiene una intención narrativa y literaria. Mi viejo murió y durante su enfermedad yo tomaba notas, casi a escondidas, de todas las circunstancias suyas”.
Sin embargo, no dejó de lado su faceta más artística: “En la casa de mis viejos siempre hubo muchos discos. Los sábados por la mañana se escuchaba a Mercedes Sosa, León Gieco, Charly García y Los Beatles y a mis 13 años los empecé a escuchar”.
EL PAPÁ DE IVÁN NOBLE COMO MÉDICO DE CHARLY GARCÍA
En su profesión médica, Federico Noble se encontró con una destacada personalidad: “Mi viejo era muy despistado y le importaba muy poco aquello que estaba relacionado con la fama. Un día, él era jefe de guardia, recibió a Charly García y no lo reconoció”.
“Era en las épocas bravísimas de Charly, él tenía una novia en el oeste de Ituzaingó, era una relación medio tormentosa entre ellos. Charly la fue a buscar a la puerta del colegio y hubo un protocolo policial. Lo detuvieron y tenían que evaluar su estado en el hospital”, continuó.
“Entonces, mi viejo contaba que entró una persona muy flaca y en un estado de mucha excitación. Se sentó con el policía al lado. Mi viejo pensaba que era un chiflado. Cuando le preguntó el nombre y le dijo ‘Carlos García’, sin arrogancia, nunca supo quién era hasta que el policía se lo dijo”, remató.
Su propia experiencia lo llevó a no revelar la situación: “Compartí una noche con Charly y no se lo conté porque a él no le iba a importar. Entre tantas vueltas, mi hijo, que ahora tiene 20 años, tiene una foto a sus cinco años en donde está profundamente dormido y atrás está Charly”.
Asimismo, consideró la finitud de la creatividad artística como un factor fundamental: “Nadie lo va a decir, pero todos los que escribimos canciones sabemos que nos pisamos la cola y ya reciclamos cosas que hicimos. Quizás tenemos una chispa de lucidez, pero creo que ya está. Los tipos que más me educaron sacan un disco cada tanto”.
“Ésto pasa por una cuestión muy lógica. Lo que solemos llamar inspiración, no sucede todo el tiempo, pero el oficio sí. Tenés que tener la suficiente cosquilla anterior para que después, lo que creás, trascienda. Es muy difícil conservar cierta potencia artística después de determinados momentos”.
Por su parte, rememoró el final de Los Caballeros de la Quema: “Nos separamos relativamente mal. Los cantantes somos los villanos. Fui un idiota, un torpe y un estúpido en muchos momentos de esa separación, aunque no fui el único. Las bandas, a veces, siguen por costumbre o para mantener un kiosco”.
“En principio, los conflictos y las diferencias se tiran abajo de la alfombra como las cáscaras de mandarina. Después hay un momento en que eso se pone muy bravo”, continuó en el mismo sentido.
“Después de que nos separamos en 2001, hasta 2017, no nos vimos todos juntos. Ahí, nos propusieron inaugurar un festival emergente en el Estadio Único de La Plata y nos emocionó mucho lo que pasó”, sostuvo.
“Cuando nos reencontramos, comimos empanadas y nos dijimos algunas cosas, pero ya no tan bravo. Ya éramos cincuentones con hijos. Lo que destruye a las bandas, es como los matrimonios, el día a día y la toma de decisiones en lo cotidiano”, concluyó Noble.