El médico y exministro de Salud, Adolfo Rubinstein, advirtió que el sistema sanitario argentino atraviesa una crisis estructural que podría desembocar en un colapso generalizado si no se toman decisiones de fondo. El disparador fue la polémica reforma del régimen de residencias médicas impulsada por el Ministerio de Salud, que, según el especialista, “es un parche más que precariza aún más a los profesionales”.
“Lo que está haciendo el gobierno es desembarazarse de responsabilidades. Le transfiere la carga a las instituciones, como el Garrahan, con una propuesta engañosa: el 17% que antes se aportaba a la seguridad social ahora se lo dan directo en el bolsillo a los residentes. Parece un aumento, pero no lo es: pierden derechos previsionales y de salud”, explicó Rubinstein en diálogo con Rivadavia AM 630. “Además, quien se pase al nuevo régimen no puede volver al ministerio. Sale, no entra más. Eso precariza aún más algo que ya estaba bastante golpeado”.
El exministro cuestionó también el argumento oficial de que la residencia es solo una etapa formativa. “Sí, es formación en servicio. Pero estamos hablando de médicos recibidos, con matrícula. Hoy, buena parte de la atención médica en hospitales depende de los residentes. Yo mismo lo viví. Y en este contexto de crisis, el peso sobre ellos es muchísimo mayor”.
Rubinstein alertó sobre un fenómeno más amplio que afecta a todo el sistema sanitario, tanto público como privado. “Hay una falta creciente de médicos en especialidades críticas como pediatría, clínica médica, terapia intensiva, neonatología o anestesiología. Estas especialidades están desapareciendo en Argentina. Y muchos médicos jóvenes se están yendo del país, a Uruguay, Chile o España”.
“La raíz del problema es doble: condiciones laborales deplorables y una estructura que no remunera adecuadamente las especialidades críticas. Es un absurdo de mercado: hay escasez, pero cada vez se paga menos. Así, la estructura del sistema termina fallando por todos lados”, aseguró.
Según Rubinstein, el país destina más del 10% del PBI a la salud, “más que a la educación”, pero los resultados están lejos de justificar ese gasto. “Gran parte del aumento va a medicamentos de alto costo, y eso reduce los fondos disponibles para salarios, infraestructura o recursos humanos. El sistema ya está dando señales de colapso: falta de turnos, falta de personal, servicios saturados”.
En ese contexto, lo ocurrido en el Hospital Garrahan -donde residentes y trabajadores se rebelaron contra el nuevo régimen- no es más que “una señal de alarma que anticipa una crisis aún más profunda si no se revierte el rumbo”.
“La situación es crítica. Y si no se toman decisiones de fondo, el sistema de salud argentino está en serio riesgo de colapsar”, cerró.