Marek “el sádico” Zivala fue un asesino serial eslovaco que robó, violó y estranguló a tres mujeres tanto en su país como en la República Checa y sembró el terror en ambas naciones.
Nacido en 1951, Zivala cometió sus homicidios entre 1996 y 1998 y al ser detenido fue diagnosticado por los psiquiatras como un “desviado sexual”.
Este sujeto arrancó como un delincuente que cometía robos en Eslovaquia y también en Alemania, países en los que acumuló cinco condenas previas antes de empezar a matar mujeres.
Zivala, entabló una relación amistosa con Jaroslava K., de 34 años, y el 26 de octubre de 1996 le escribió una carta en la que le proponía salir a cenar en la República Checa.
La mujer aceptó gustosa, pero no sabía que en lugar de ir a un restaurante iba a ser obligada a ir a su departamento, donde Zivala la esposó y la amordazó con una toalla, luego le ató las manos y los pies con un alambre, la violó y la estranguló.
Tras la muerte de Jaroslava K., el homicida robó pieles y joyas de oro de la vivienda, que luego vendió por unas 13.600 coronas checas.
El 26 de septiembre de 1997 ideó un plan similar y sedujo a Božena M., de 21 años, una mujer con la que había estado saliendo durante un tiempo.
El asesino la llevó a un departamento en Žilina y cuando se instalaron repitió el crimen: la agarró, le metió dos calcetines en la boca, la estranguló y puso su cabeza en una bolsa de plástico.
Posteriormente robó una grabadora de vídeo y una bicicleta de montaña, ambas con un valor aproximado de 10.000 coronas eslovacas y escapó del lugar.
La Policía arribó al departamento y al examinar la escena del crimen, halló ADN en una de las colillas de cigarrillos que había allí.
A esa altura, el criminal ya era buscado por los investigadores, pero él siguió adelante con sus asesinatos.
Zivala se ganó la confianza de Olga V., una pensionista discapacitada de 52 años y madre de dos hijos, y logró que ella lo invitara a pasar la noche en su departamento en Topoľčany.
El múltiple homicida empezó a hacerle proposiciones sexuales a la dueña de casa mientras entablaban un diálogo, pero ella lo rechazó.
Fue allí que el sujeto, enojado ante el rechazo, agarró una cinta de la grabadora robada a la anterior víctima y la estranguló.
Luego, repitió su modalidad delictiva y se llevó varias joyas por valor de 27.250 coronas eslovacas, que luego vendió.
El criminal no se detuvo y horas después de matar a su tercera víctima sedujo a una estudiante universitaria de 26 años en Veľký Meder (Eslovaquia).
La joven accedió a tener relaciones sexuales con él en una habitación de hotel en Nitra, pero mientras estaban intimando, notó que su pareja intentaba ponerle un cinturón alrededor del cuello, algo a lo que ella se resistió con todas sus fuerzas.
La mujer finalmente logró librarse de ese intentó y Zivala escapó por temor a ser atrapado.
Sin embargo, sus intentos no tuvieron éxito y poco tiempo después fue detenido por la Policía de Eslovaquia en Dubnica nad Váhom.
En el interrogatorio, el homicida admitió los tres asesinatos, pero culpó a las víctimas de “humillarlo” y se negó a aceptar la responsabilidad de sus actos.
Se ordenaron varias evaluaciones psiquiátricas, las cuales determinaron que era un sádico sexual con tendencias homosexuales y una gran inteligencia.
Luego de un juicio de cuatro años, el Tribunal Regional de Nitra lo declaró culpable de los tres crímenes y condenó a Zivala a cadena perpetua sin libertad condicional.
En la actualidad este asesino serial cumple su condena junto con otros reclusos condenados a cadena perpetua en la prisión de Leopoldov.