En medio del escándalo por presuntas coimas que los tiene como protagonistas, un informe del diario La Nación reveló detalles del suntuoso y excéntrico estilo de vida de la familia Kovalivker, dueña de la droguería Suizo Argentina, marcado por una profunda pasión por los autos de colección, las competencias de élite en Europa y la literatura erótica.
Según supo Noticias Argentinas, este costado de la familia, hasta ahora de bajo perfil, expone un mundo de lujos que contrasta con la grave causa de corrupción en la que están siendo investigados.
EL PATRIARCA: COLECCIONISTA Y PILOTO
Eduardo Kovalivker, de 80 años y cabeza de la familia, es un apasionado coleccionista y piloto de autos clásicos, con una debilidad particular por la marca Ferrari. Su afición no es solo de exhibición, sino que lo lleva a competir activamente en eventos de alto nivel:
* Ferrari 365 GTC (1968): Con este vehículo ha participado en varias ediciones de las prestigiosas 1000 Millas Sport de la Patagonia.
* Ferrari 275 GTB (1965): Con esta joya icónica de la marca italiana, ha competido en rallies de élite en Europa, como el Tour Auto en Francia y el Gran Premio Nuvolari en Italia.
* Su paraíso: El empresario disfruta de sus pasiones desde “Granaderos”, su chacra en la exclusiva zona de La Barra, en Punta del Este, Uruguay.
LA HERENCIA: PORSCHES Y UN PERFIL ALTO
La pasión por los motores fue heredada por sus hijos, quienes dirigen la droguería. Para diferenciarse de su padre, Jonathan Kovalivker se especializa en otra marca de lujo: es coleccionista de Porsche y en sus redes sociales ha exhibido un modelo 911 GT3 RS.
DE LOS MOTORES A LA LITERATURA ERÓTICA
La faceta de Eduardo Kovalivker no se agota en los autos. También es un prolífico escritor, con nueve poemarios publicados por Editorial Planeta. Inspirado por el éxito de “Cincuenta sombras de Grey”, incursionó en la literatura erótica y llegó a fusionar sus dos grandes pasiones en una novela con un título elocuente: “Nueve novias para nueve Ferraris”.
UN ESTILO DE VIDA BAJO LA LUPA JUDICIAL
Este mundo de opulencia ha quedado ahora bajo el escrutinio de la Justicia. La notoriedad de la colección de autos de la familia es tal que incluso se ha mezclado con la política, al punto que el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, tuvo que salir a desmentir que su primo “Lule” fuera visto conduciendo una de las Ferrari de los Kovalivker.