El reciente estudio de especialistas del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET) de Ushuaia para evaluar el potencial del primer cultivo industrial de mejillones autóctonos en el canal Beagle agrega valor a una estrategia fueguina en torno del aprovechamiento de ese espacio marítimo compartido con Chile.
En esas aguas que bañan la costa austral de Ushuaia, a las puertas de la Antártida, una ley argentina prohíbe la pesca de salmón con jaulas, el segundo bastión de la economía del país trasandino, detrás del cobre.
Un grupo empresario nacional radicado precisamente en Río Grande, donde creció acogido al régimen promocional a la industria electrónica, Newsan Food, envió las primeras 10 toneladas de mejillones a escala industrial cultivadas en el Canal Beagle, en Tierra del Fuego, con destino a Buenos Aires.
Precisamente, la labor del CONICET había sido solicitada por la firma, que desde hace 15 años se diversificó hacia la producción pesquera en Tierra del Fuego y, recientemente, comenzó a desarrollar la industria acuícola para abastecer el mercado interno, aunque con perspectiva exportadora.
El trabajo científico monitorea, asimismo, especies productoras de toxinas, conocidas como marea roja, para garantizar la seguridad y viabilidad del cultivo.
Los relevamientos se realizan de manera mensual en cinco estaciones costeras del canal Beagle, desde Puerto Almanza hasta la isla Gable, frente a Puerto Williams, Chile.
Las aguas son también prolíficas en centollas, centollones, cholgas y otros frutos, y lo mismo en mejillones, en cuya explotación los chilenos llevan la delantera, aunque el liderazgo lo debe a la producción en la isla de Chiloe.
DIFERENDO PESQUERO
Pero el diferendo entre ambos países sobre la pesca en las mismas aguas que entre los ´70 y los ’80 casi desataron una guerra se suscita debido al sistema que se utiliza en Chile para explotarlo como industria, rechazado por los fueguinos y prohibido por ley sancionada en 2021.
La actividad había sido impulsada por un acuerdo con Noruega en 2018, pero la fuerte oposición de comunidades indígenas, ONGs y la sociedad civil llevó a la sanción de la ley de prohibición.
Las salmoneras del país vecino vieron frenados sus planes de expansión en la jurisdicción marina compartida ante la férrea oposición de las organizaciones y comunidades locales a que la actividad se desarrollara en el hogar del pueblo Yagán y de otras especies marinas.
Invocando antecedentes negativos de la salmonicultura en Chile, Tierra del Fuego se convirtió de este modo en la primera provincia del mundo en prohibir esta actividad.
El argumento fue el resguardo de su identidad, cultura y ambiente. Y también del turismo.
PROVINCIAS QUE SÍ Y QUE NO
Así y todo, la pesca de salmón se realiza principalmente en la Patagonia, concentrándose en ríos como el Grande, Irigoyen, y Menéndez en Tierra del Fuego para el salmón chinook.
También se puede encontrar el salmón encerrado en ríos como el Santa Cruz y el Chubut.
Los salmones chinook son particularmente abundantes en ríos cercanos a El Chaltén y El Calafate, como el río De las Vueltas.
Sin embargo, Tierra del Fuego sería, por su geografía y biodiversidad, el único lugar viable en Argentina para desarrollar salmonicultura a gran escala.
Justamente por eso, la ley fueguina que lo prohíbe se volvió emblemática, en contraste con Chile -segundo productor mundial, pero con impactos ambientales.
La norma argentina solo permite sistemas RAS sobre tierra firme, sin afectar el ecosistema marino.
POTENCIA EXPORTADORA
Chile exportó salmón en 2024 por un valor FOB de 6.352 millones de dólares en 2024.
Después del cobre, es el segundo complejo exportador del país, con Estados Unidos como el principal destinatario, seguido por Japón y Brasil.
El prestigio internacional lo convirtió en estrella de platos gourmet, de modo que el salmón que se sirve en los restoranes de Buenos Aires es el mismo que comen en Japón.
La rentabilidad neta que les deja a las salmoneras es de un dólar por cada kilo del Premium, con un precio de producción que va de 3 a 7 dólares.
En Argentina se retomó la discusión en torno de la derogación a la ley vigente para reemplazarla por un marco general de “acuicultura sustentable”, con principios de “innovación tecnológica, vigilancia sanitaria y desarrollo científico”.
La iniciativa presentada por los legisladores Agustín Coto y Natalia Gracianía (La Libertad Avanza) propone permitir el cultivo de salmónidos mediante sistemas cerrados de recirculación (RAS) y levantar la prohibición vigente, salvo en el canal Beagle.
Argumentan que su objetivo es “fomentar el desarrollo económico y promover prácticas sostenibles”.
El proyecto incluye la posibilidad de habilitar establecimientos acuícolas en ríos, costas y aguas abiertas de la provincia, bajo control estatal y supuestos estándares ambientales.
Los impulsores de la modificación aseguran que no buscan autorizar jaulas en el Beagle, pero la letra de los proyectos abre la puerta a otras zonas sensibles, como la Isla de los Estados o la costa atlántica.
La movida de llevar a gran escala la producción de mejillones en el Beagle que impulsa Newsan Foods, en primera instancia, tiene una muy baja tasa de ganancia en comparación con el salmón, pero agita la bandera argentina en los pesqueros que operan dentro del controvertido canal.