En el apacible barrio de Belgrano R, una antigua casona de 1930 se ha transformado en Beza, un refugio gastronómico que celebra la sencillez, el sabor y la calidez de un proyecto familiar. Liderado por la joven cocinera y sommelier Belén Zanchetti, este espacio invita a disfrutar de una propuesta relajada y versátil que fusiona una cuidada selección de vinos naturales con una cocina artesanal que le rinde culto a las brasas.
El proyecto nació a finales de 2023, cuando Belén, tras ocho años de experiencia en las cocinas de Londres, París y Barcelona, regresó a Buenos Aires con el sueño de abrir su propio lugar. Su paso por Europa no solo le dio la oportunidad de perfeccionar su técnica culinaria, sino que también despertó su pasión por el vino natural y la llevó a formarse como sommelier. En febrero de 2024, el destino la llevó a esta casona centenaria de estilo inglés, y el flechazo fue instantáneo. Junto a su madre, Cecilia, y su pareja, Raúl, se embarcó en la tarea de restaurarla, preservando su esencia para honrar la historia del barrio. En agosto de ese mismo año, Beza, un nombre que es acrónimo de Belén Zanchetti, abrió finalmente sus puertas.
UN ESPACIO PARA CADA MOMENTO
La casona, con su diseño de dos plantas, ofrece un sinfín de rincones con encanto. Desde un jardín delantero hasta un patio repleto de vegetación autóctona y cuartos convertidos en salones, cada espacio tiene su propia atmósfera. La decoración, con mobiliario de madera, luces cálidas y plantas colgantes, crea un ambiente hogareño que invita a quedarse. En el piso superior, un living-comedor y un balcón aterrazado se han destinado para reuniones privadas y eventos especiales.
La propuesta gastronómica de Beza es tan versátil como su espacio. El menú es estacional y está pensado para adaptarse a cualquier plan, ya sea un tapeo informal al atardecer, una cena completa o un almuerzo de fin de semana.
FUEGO Y SABOR EN LA MESA
En la carta, las opciones se dividen en pequeños platos para tapear, pastas caseras y, como protagonistas indiscutibles, las preparaciones a la parrilla, que se cocinan a la vista en el patio de la casa. Entre los “platos pequeños” para compartir, se destacan la empanada de carne o queso ($6.000) y el paté con chutney de estación, manzana verde y focaccia ($11.000). La tabla de quesos de la Quesería Ventimiglia, en Río Negro, también es una excelente opción ($16.000).
El fuego es el que da vida a los platos más memorables. Las opciones de la parrilla incluyen desde vegetales como el repollo con babaganush y dukka ($17.000) y la coliflor con ajo blanco, gremolata, kale y almendras ($16.000), hasta carnes como el bife de chorizo con harissa, papines y criolla ($33.000), la entraña con chimichurri de hierbas ($36.000) o el matambrito con ananá y ají amarillo ($26.000). Los amantes del pescado podrán disfrutar de la trucha con puré de coliflor, gremolata y ensalada de estación ($26.000).
Para el final dulce, se proponen postres caseros como la torta húmeda con helado de crema y naranja ($9.000) o el frangipane de estación con helado de crema, crema inglesa y almendras ($9.000).
La carta de vinos, curada personalmente por Belén, es un viaje por el mundo de los vinos naturales, orgánicos y biodinámicos, priorizando siempre a los pequeños productores. La cava en el primer piso es un tesoro que los comensales pueden visitar, y Belén está siempre dispuesta a guiar la elección.
MÁS QUE UN RESTAURANTE: UN LUGAR DE ENCUENTRO
Beza se ha posicionado rápidamente como un centro de vida social y cultural en el barrio. Su agenda, que se difunde a través de las redes sociales, incluye catas de vino, talleres de joyería, exposiciones de arte y hasta encuentros de cine-debate.
En esencia, Beza es más que un simple restaurante. Es un punto de encuentro para quienes buscan un plan diferente, un lugar para brindar con un buen vino, compartir platos que evocan sabores familiares con un toque sorprendente y, sobre todo, sentirse como en casa.