En el corazón de Cariló, el restaurante ANA se ha consolidado como un referente de la gastronomía local, pero su historia es mucho más que un simple éxito reciente. Su propietario, Gustavo, revela que la propuesta actual es el resultado de un cuarto de siglo de trayectoria y una profunda adaptación a los nuevos tiempos, manteniendo siempre la esencia de la cocina casera que los vio nacer.
Ubicado en Avellano 240, ANA se distingue por su ambiente relajado, sus asientos al aire libre y la presencia de música en vivo, elementos que capturan la esencia del balneario. Sin embargo, su verdadero pilar, como lo describe Gustavo, reside en su especialización en pastas caseras. “La base es la pasta hecha acá en el local”, afirma el dueño, destacando una tradición que se remonta a los orígenes del emprendimiento. Aunque el menú también ofrece platos elaborados, minutas y otras opciones, el corazón del restaurante late al ritmo de la masa amasada a mano.
La historia de ANA es un relato de evolución y resiliencia. Gustavo cuenta que el negocio comenzó hace 25 años como un innovador local de comida para llevar y panadería, el primer servicio de comidas a domicilio en un Cariló incipiente que apenas contaba con cuatro o cinco hoteles. Con el tiempo, se fue transformando, pero el cambio más significativo llegó tras la pandemia de COVID-19. Fue en ese momento que la familia tomó la decisión de dejar atrás la panadería y el servicio de delivery para enfocarse por completo en el restaurante.
Este giro permitió a ANA consolidar su identidad como un espacio culinario más completo, manteniendo la calidez y la calidad que siempre los caracterizó. La propuesta actual incluye, además de sus reconocidas pastas, una variada carta de platos vegetarianos, lo que lo posiciona como un destino inclusivo para todo tipo de comensales.
ANA abre sus puertas de 12 a 15 y de 19 a 23 horas, invitando a residentes y turistas a disfrutar de una experiencia que fusiona la tradición, el sabor casero y una atmósfera inigualable. Más que un restaurante, es el testimonio de una familia que supo reinventarse, convirtiendo la adversidad en una oportunidad para perfeccionar su arte culinario en un lugar que siempre ha sido su hogar gastronómico.