El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires eliminó el homenaje a Diego Armando Maradona en la esquina de Segurola y Habana, en Villa Devoto.
La medida se tomó luego de que los fanáticos del “10”, como tributo, reemplazaran los carteles oficiales de las calles por otros que decían “Diego” y “Maradona” y además cubrieran las señales con pegatinas de distintos equipos de fútbol. Según fuentes municipales, esa intervención alteraba la señalización urbana y generaba riesgos para la seguridad vial.
Desde la comuna explicaron que la remoción forma parte de un operativo para restituir la cartelería original y preservar la normativa vigente: las placas oficiales deben cumplir con criterios de identificación, visibilidad y mantenimiento establecidos por la Ciudad. Fuentes del Gobierno porteño agregaron que, ante nuevas intervenciones no autorizadas, evaluarán medidas de fiscalización y sanciones conforme al marco legal correspondiente.
La decisión renovó el debate entre quienes consideran que los homenajes espontáneos —como los realizados por hinchas y vecinos— son expresiones legítimas de recuerdo y los que sostienen que deben realizarse por las vías institucionales para respetar la normativa urbana y la seguridad vial.
En destacable: La remoción busca restablecer la señalización oficial y evitar que las intervenciones no autorizadas pongan en riesgo a peatones y conductores.
Desde la jefatura de la Ciudad señalaron que el homenaje generaba confusión entre los conductores: los números de la cuadra quedaban tapados por stickers y los nombres alterados podían hacer que la intersección fuera tomada por otra en los sistemas de navegación. Por eso retiraron las placas y restauraron los carteles originales de Segurola y Habana.
La decisión fue criticada por seguidores del fútbol, que la interpretaron como un atentado contra la memoria de Maradona. En los años 90 el propio Diego vivió en esa cuadra y un episodio con Julio César Toresani quedó registrado por la TV argentina, lo que reforzaba el valor simbólico del lugar para los hinchas.
Desde el Ejecutivo porteño, sin embargo, insisten en la razón práctica: el homenaje impedía reconocer correctamente las calles en GPS y las placas no mostraban la altura por estar cubiertas de adhesivos.
Pero también hay una lectura simbólica que muchos consideran insoslayable: dado el peso histórico de Diego Armando Maradona en el fútbol nacional e internacional, para una parte importante de la sociedad la restauración de este homenaje popular resulta incomprensible. Para ellos, el gesto de los fanáticos—que en muchos casos llevan a Maradona tatuado en la piel—era una manifestación genuina de culto popular.
Maradona no fue sólo un gran jugador: su personalidad y carisma consolidaron a un ícono popular que salió de Villa Fiorito y conmocionó al mundo con su talento. No se trata únicamente de una figura deportiva: para muchos, su trayectoria puso en primer plano a la Argentina en una época en la que el país no tenía la misma visibilidad.
Para esa porción de la sociedad, la restauración del cartel equivale simbólicamente a la modificación de una estatua de un prócer.