El ex presidente de la Juventus, Andrea Agnelli, fue condenado a 1 año y 8 meses de prisión por la manipulación de los balances financieros mediante plusvalías ficticias en ventas de jugadores.
Por su parte, Pavel Nedvěd, ex futbolista y vicepresidente durante la gestión de Agnelli, recibió una sentencia de 1 año y 2 meses, pero con la pena suspendida.
Maurizio Arrivabene, quien ocupaba el cargo de administrador general en la dirigencia de Agnelli, fue el único que salió absuelto, lo que le permitirá continuar su carrera en la Fórmula 1, donde actualmente es director del equipo Ferrari.
El caso estuvo marcado por dos operaciones clave con el Barcelona F.C. El intercambio de Miralem Pjanić por Arthur Melo en junio de 2020 y el trueque de los jóvenes Matheus Pereira y Alejandro Marqués en enero de 2022 fueron considerados como transacciones sospechosas dentro del entramado financiero que alteró las cuentas del club.
Además, entre 2019 y 2021, el club retrasó el pago de ciertos salarios a sus jugadores sin notificarlo correctamente a las autoridades, buscando reducir artificialmente las pérdidas en sus balances anuales durante la pandemia de COVID-19.
Estas sentencias ponen fin al proceso judicial que costó a la Juventus la pérdida de 10 puntos durante la temporada 2022-2023, lo que le impidió clasificar a competiciones europeas.
Este polémico caso deja una huella profunda en el fútbol italiano y europeo, al exponer las debilidades en los sistemas de control financiero y la necesidad urgente de reforzar la supervisión en los despachos de los clubes, no solo en el terreno de juego. Lo ocurrido con el elenco de Turín servirá como una importante advertencia para otras instituciones: en el fútbol moderno, ganar a cualquier precio ya no es una opción sostenible.
En un contexto donde los clubes se han transformado en grandes corporaciones y el dinero juega un papel central en el éxito deportivo, es crucial que se restablezcan las bases de la transparencia y la ética en la gestión. El verdadero triunfo será lograr que estos escándalos se conviertan en un punto de inflexión hacia un deporte más justo, equilibrado y coherente con los valores que representa.