La NASA advirtió que el Sol está aumentando su actividad después de más de treinta años de descenso constante. Desde 2008, se detecta un repunte en las explosiones de plasma y en los campos magnéticos solares, un fenómeno que sorprendió a la comunidad científica y que podría afectar la tecnología que usamos a diario.
El físico especializado en plasma espacial Jamie Jasinski, del Jet Propulsion Laboratory, explicó que el Sol está “despertando lentamente” tras lo que se esperaba fuera un periodo prolongado de baja actividad. “Todas las señales indicaban que el Sol iba a entrar en una fase de calma prolongada, así que fue una sorpresa ver que esa tendencia se revirtió”, señaló.
La actividad solar se registra dentro del Ciclo Solar 25, que comenzó en 2020, y contrasta con el debilitamiento observado entre 1980 y 2008. La NOAA proyecta que el próximo ciclo, el Ciclo 26, podría empezar entre 2029 y 2032, aunque aún no hay certezas sobre su intensidad. Otro factor de preocupación suelen ser las tormentas geomagnéticas.
TORMENTA SOLAR: CÓMO PUEDE IMPACTAR EN ARGENTINA Y EN LA TIERRA
Las tormentas solares pueden afectar satélites, sistemas GPS, redes eléctricas y telecomunicaciones en todo el planeta. Una eyección de masa coronal puede dañar circuitos electrónicos, interrumpir señales de navegación y provocar apagones regionales o continentales, con impacto en hospitales, centros de datos y transporte.
Según los expertos, si el fenómeno alcanza la magnitud prevista, sus efectos podrían sentirse incluso en Argentina, con posibles interferencias en sistemas de comunicación y riesgo para las redes eléctricas. Entre las consecuencias más relevantes se encuentran:
* Daños en satélites y pérdida de señal GPS.
* Interrupciones en las comunicaciones terrestres y marítimas.
* Apagones eléctricos a gran escala por sobrecarga en transformadores.
* Fallas en sistemas de transporte y logística.
* Riesgo para la infraestructura digital y servicios críticos.
Los vuelos sobre zonas polares y los astronautas en órbita también quedarían expuestos a niveles peligrosos de radiación. Además, las auroras boreales podrían ser visibles a latitudes mucho más bajas de lo habitual, como ya ocurrió en mayo de 2024, cuando una tormenta geomagnética permitió ver el fenómeno hasta el sur de México.
Históricamente, el Evento Carrington de 1859 colapsó sistemas telegráficos e incluso provocó incendios, mientras que la tormenta geomagnética de 1989 dejó sin electricidad a millones de personas en Quebec durante más de nueve horas. Hoy, un evento similar podría generar consecuencias tecnológicas y económicas de gran magnitud.
Para minimizar riesgos, la NASA y otras agencias como la ESA monitorean la actividad solar mediante satélites especializados y lanzan alertas tempranas. Además, se preparan nuevas misiones, como la Sonda IMAP, el Observatorio Geocorona Carruthers y la misión SWFO-L1 con cohetes Falcon 9 de SpaceX, que complementan el trabajo de los satélites TRACERS.