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Old Bones: arqueología eléctrica del blues primitivo

El bar del club Lucille se transformó en una suerte de cápsula sonora. El aire viscoso de una noche húmeda y templada, el zumbido de los amplificadores y una guitarra de otra era crearon la atmósfera de un viaje en el tiempo. No se trató de un homenaje ni de un revival: lo que propuso Old Bones fue una experiencia sensorial, casi arqueológica, que buscó reanimar el instante exacto en que el blues rural se electrificó para adaptarse a las exigencias urbanas.

Recién en el segundo tema, cuando los acordes empezaron a tomar cuerpo, se reveló la alquimia del cuarteto que conforman Juan Duggan en guitarra, Darío Soto en voz, Andrés Fraga en armónica y Darío Scape en contrabajo. Con formación mínima y sin batería, Old Bones interpretó lo que se conoce como early electric blues, el sonido que predominó en el norte de Estados Unidos entre 1937 y 1953 y que sentó las bases de la música contemporánea, especialmente el rock & roll.

“El nombre lo dice todo”, explica Duggan. Viejos huesos es una especie de búsqueda arqueológica de un sonido que representó una época puntual en la historia de la música contemporánea. Ese período —previo a la consolidación del Chicago blues— mantiene la pureza de una transición: “Es el momento en que el músico rural llega a la gran ciudad y se electrifica. Esa primera época es muy pura. Después no significa que lo que vino no lo fuera, pero empezaron a expandirse, a incorporar batería y a ensayar más”, agrega.

El repertorio de la noche incluyó clásicos como That’s All Right, Mean Old World, Be Careful, Take a Little Walk With Me y Love Her With a Feeling. Cada tema fue un pequeño rito que evocó la presencia de Muddy Waters, Little Walter, Tampa Red, John Brim y Robert Nighthawk, nombres que parecen flotar entre las válvulas y los trastes.

La idea comenzó a gestarse en 2016, cuando Duggan viajó junto al armoniquista Nicolás Smoljan a California y conocieron a The Silver Kings, una banda que reinterpretaba viejos blues con instrumentos originales. “Ese sonido nos voló la cabeza. Preserva algo muy de la época, con nombres como Muddy Waters y Little Walter, antes de que encontraran su propio estilo”, recuerda.

El proyecto tomó forma recién este año, cuando Duggan y Fraga comenzaron a explorar ese repertorio archivado. Tras varios ensayos y retoques en la formación, Old Bones halló su equilibrio con Soto y Scape.

Duggan empuña una Harmony H62 de 1956 conectada a un amplificador Masco de los años cuarenta. “Para este proyecto abandoné la púa y toco a dedo limpio”, confiesa. Fraga usa un Champion de cinco watts, lo mismo que la voz y el contrabajo, que salen “sin intermediarios”.

El resultado es un sonido compacto, crudo y parejo. “Es un blues muy rítmico y nos permitimos no tener batería”, dice Duggan. No hay solos de guitarra ni exhibiciones virtuosas: la armónica se encarga de los breves desvíos melódicos. El foco está en el ensamble, en esa respiración conjunta que vuelve orgánico cada compás.

Old Bones no busca reconstruir el pasado, sino reanimar su espíritu, mantenerlo vivo. En Lucille, entre chasquidos de válvulas y riffs contenidos, el blues volvió a sonar primario. Como si esos viejos huesos todavía tuvieran electricidad.