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Triple crimen: una detenida complicó a Sotacuro y “Pequeño J”

Celeste Magalí González Guerrero, una de los nueve detenidos por el triple crimen con sello narco en Florencio Varela, reveló que dos de las víctimas “le robaron 30 kilos de cocaína” a Lázaro Víctor Sotacuro, señaló que Miguel Ángel Villanueva “mató” a una de ellas con un “destornillador” y “le aplastó la cara con un fierro”, al tiempo que confesó que “Pequeño J” recibió un pago de “un millón de dólares” por los asesinatos.

Conforme al escrito de 17 páginas que accedió la agencia Noticias Argentinas, la acusada indicó que el hombre de nacionalidad boliviana estaba “por encima” de Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, en una red de venta de drogas.

La mujer sostuvo que conoció al presunto instigador de los homicidios gracias a su pareja, Villanueva, quien se hacía llamar “Gonzalo”.

‘Pequeño J’ “llamó por teléfono a mi celular porque Miguel usaba mi celular, él no tenía teléfono. Le dijo si el viernes podía ir a mi casa porque capaz iba con una amiga”, recordó Magalí, quien sostuvo: “Llega el viernes y Julio me llama para que le abra el portón, yo abro, entra una camioneta Chevrolet color blanca, y descienden las tres chicas y tres masculinos más, entre esos masculino estaba Julio, que me ayudó a cerrar el portón”, dijo.

“Ahí me dan plata, mil dólares, me lo da el tío de Julio a quien le dicen ‘el duro’ (Sotacuro). No sé como se llama, solo sé que es el tío de Julio. Es morocho, robusto, de la misma altura que Julio, pelo corto oscuro, de aprox. 30/40 años (era el mas grande), llevaba ropa deportiva color celeste, de nacionalidad peruana”, agregó la detenida.

Guerrero manifestó que las tres chicas “bajaron sonrientes” del vehículo y que “las veía como engañadas que venían a una fiesta”, al tiempo que se refirió a la venta de estupefacientes en San Nicolás y Avenida Guillermo Hudson, donde Villanueva se encontraba allí “vendiendo desde el mediodía”.

El fiscal le preguntó el modus operandi del comercio de cocaína y la imputada respondió que Matías Agustín Ozorio, el ladero de “Pequeño J”, “le traía el producto, entre 100 y 120 envoltorios, que valían $10 mil cada uno”, aunque Kevin Valverde (primo del joven que está arrestado en Perú con prisión preventiva), apodado “Rulos”, se encargaba también de esa tarea.

La sustancia era traída de Nueva Pompeya, “del departamento de Victoriano”, donde residían el supuesto cabecilla de la organización, “Paco”, “Nero”, Micaela y Eugenia Quispe, y Abel, alias “Lima”: “Miguel me pasó una vez la ubicación, pero yo nunca fui”.

Celeste señaló que “Pequeño J” no le dijo los nombres de las víctimas, aunque “sé que a las chicas que llevó a mi casa las conocía de antes porque dijo que eran amigas y que no podían ir a su departamento porque estaba en remodelación”.

“Yo salía con una mochila con la droga a vender. Me manejaba con un celular donde era contactada por los compradores, que eran todos clientes de Julio. ´Nero´ era el que tenía el chip del celular que yo usaba, porque hay un WhatsApp común y otro que es ´Bussines´, que se descarga en el celular, ahí ponía el numero de celular y el código de verificación le llegaba a ´Nero´, el cual me lo pasaba para que tenga habilitada la aplicación en mi teléfono. Ahí estaban todos los contactos que son de Julio, yo ponía un estado “activo” para hacer saber que estaba vendiendo y ahí me hablaban. Ese viernes cuando me encontré con Miguel estuvimos como dos horas vendiendo, hasta que él se fue, lo perdí de vista”, añadió.

Ese 19 de septiembre, Guerrero observó en el domicilio de Florencio Varela a Ozorio, “Nero” y “Paco” cavando el pozo para enterrar los cadáveres, donde “había música” porque “llevaron un parlante”: “Vi a Matías en cuero con una pala en la mano, pasé directo a abrir el garaje. En ese momento entra la Tracker y descienden las chicas y Julio junto a los dos masculinos”.

Villanueva “agarró un destornillador para clavárselo en el cuello a una de las chicas”, quien intentó escaparse y el hombre “fue al fondo a buscar un fierro y se lo aplastó en la cara”.

Luego se dirigieron a un kiosco 24 horas para comprar “cinco botellas de lavandina”, “tres juegos de guantes”, “agua oxigenada para el dedo de Miguel” y “artículos de limpieza tipo Poett”.

Según la sindicada, Sotacuro “está por encima” de Valverde Victoriano a raíz de que “era el que le daba órdenes”, mientras que Miguel “estaba por debajo” del peruano: “Hizo gratis eso, lo de matar a las chicas, porque no le dieron nada”.

“Matías me contó que a Julio alguien, que no sé quien es, le pagó un millón de dólares por lo que hicieron”, confesó.

Miguel me dijo que a Brenda la mataron primero, luego Morena y última Lara. Menciono que a la que le cortaron los dedos, estaban jodiendo con que uno de sus falanges se lo comió su perro ‘Pantera’”, remarcó y planteó que el posible móvil del crimen fue el robo de 30 kilos de cocaína a Sotacuro.