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El silencio de las urnas: cómo el ausentismo redefinió la política argentina

El 40,66% que celebró Javier Milei no fue la única cifra que habló el 26 de octubre: 11,5 millones de argentinos eligieron callar. En ese vacío, el más profundo desde 1983, se esconde una rebelión muda contra todos los partidos. Y una advertencia que ningún poder puede ignorar.

En el Hotel Libertador, bajo las luces crudas de la noche que iluminaban rostros exhaustos y banderas violetas, Javier Milei alzó los brazos como un profeta en éxtasis, el traje arrugado por una euforia que no alcanzaba a tapar la grieta bajo sus pies.

“¡Pasamos el punto bisagra!”, rugió minutos antes de las 22:30, tras el cierre de mesas y el escrutinio preliminar, según la Cámara Nacional Electoral (CNE).

Los flashes lo santificaron en la penumbra. La Libertad Avanza (LLA) arrasó en las legislativas con un 40,66% –9,8 millones de votos–, conquistando 16 de 24 provincias y 64 bancas nuevas en Diputados, elevando su bloque a 94 desde diciembre.

En la provincia de Buenos Aires, cuna del peronismo, LLA dio un zarpazo histórico: 41,45% contra el 40,91% de Fuerza Patria (FP), volteando una derrota de 14 puntos de septiembre.

Pero el festejo, amplificado por cánticos de “¡Viva la libertad, carajo!”, chocaba con un eco ensordecedor: de 36,5 millones de electores, solo 24,1 millones (67,85%) fueron a las urnas, según la CNE. Los 11,5 millones restantes –un récord de ausentismo desde 1983– no votaron por nadie. Ese vacío, tejido de pobreza, decepción y cansancio, no fue apatía: fue un boicot que pesa más que cualquier victoria.

VOTO AUSENTE: EL GRITO QUE NO SE ESCUCHA

En un almacén de Villa Lugano, donde el zumbido de una heladera compite con el peso de las facturas impagas, Juan, comerciante de 42 años, explica su ausencia:

“En 2023 voté a Milei para sacudir todo; esta vez me quedé en casa. Nada sacude los precios”.

En La Matanza, María, empleada doméstica de 34 años, coincide:

“Voté para castigar al kirchnerismo; hoy, el castigo me lo dieron a mí”.

Sus voces capturan el pulso de un país donde la inflación –50% anual pese al ajuste, según el informe de septiembre 2025 del INDEC– y una recesión que redujo la pobreza al 31,6% en el primer semestre de 2025, cayendo 21,3 puntos desde el 52,9% de mediados de 2024, dejaron las urnas huérfanas.

La baja en la pobreza, impulsada por un freno inflacionario y subsidios focalizados como la Asignación Universal por Hijo, que superaron los precios en algunos tramos, esconde una verdad más dura: el consumo cayó 15% interanual, con ventas de alimentos y bebidas desplomadas un 20%, según CAME.

Las tarifas disparadas y la licuación de salarios reales mantienen a familias como las de Juan y María en una cuerda floja, donde el alivio estadístico no llega a la mesa.

La participación se hundió 7,85 puntos desde el balotaje de 2023 (75,7%), cuando 26,1 millones definieron el duelo Milei-Massa. En CABA, la concurrencia cayó 10% al 58%; en Buenos Aires, 9% al 65%.

La Boleta Única de Papel, estrenada bajo la Ley 27.781, no obró milagros: el desencanto fue más fuerte. El Observatorio de Calidad Institucional (OCI) de la Universidad Austral estima que el 65% de los ausentes fueron jóvenes (16-35 años) y clases medias urbanas, el núcleo que en 2023 dio a LLA 14,5 millones de votos (55,65%) frente a los 11,6 millones de Unión por la Patria (44,35%).

“Votaron contra el peronismo, no por un plan”, dice Carlos Fara, de Fara & Asociados.

Ahora, con reservas estabilizadas por un rescate yanqui condicionado por Trump – que exigió “reformas profundas”–, pero con un PBI cayendo 3,5% y desempleo al 12%, esos votos prestados se esfumaron.

EL PRECIO DEL DESENCANTO

LLA perdió 4,7 millones de votos desde el balotaje, tras sumar 8,1 millones (29,99%) en las generales de 2023. Poliarquía calcula que 2,5-3 millones se volvieron ausentes, golpeados por escándalos como el colapso del memecoin $LIBRA –que dejó deudas millonarias a pequeños inversores– o los audios de Diego Spagnuolo, asesor de Milei, exponiendo manejos opacos.

Otros 1,7 millones migraron a terceras vías no peronistas. En Córdoba, Provincias Unidas de Juan Schiaretti (28,29%, 1,2 millones) captó un 25% de ex-libertarios rurales, frustrados por retenciones agropecuarias que asfixiaron sus márgenes, según el discurso del exgobernador centrado en “federalismo productivo”.

En CABA, Potencia, liderada por Ricardo López Murphy, obtuvo un 4,05% (66.000 votos), atrayendo 15-20% de ex-votantes de JxC desencantados por la falta de una oposición unificada, aunque sin lograr bancas.

En Buenos Aires, Florencio Randazzo, por Provincias Unidas, sacó un 2,44% (211.200 votos) y no logró escaños, pero su campaña, enfocada en “recuperar el trabajo rural”, dispersó el voto antiperonista moderado en el interior bonaerense.

La alianza LLA-PRO en CABA (47,3%) retuvo el 80% de su base 2023, absorbiendo exJxC. El CELAG habla de “volatilidad juvenil”: el 54% de 16-24 años apoyó a LLA en sondeos preelectorales, pero el ausentismo entre ellos subió 10 puntos por “promesas rotas”.

EL DERRUMBE DEL PERONISMO

Fuerza Patria (FP) pagó un precio más amargo: de 11,6 millones en el balotaje a 7,6 millones (31,67%), una sangría del 34%.

En 2023, Massa lideró las generales con 9,1 millones (36,68%), capitalizando PBA (42,88%).

Ahora, con Cristina Kirchner en arresto domiciliario por una condena ratificada – saludando desde su balcón en San José 1111–, FP retuvo un núcleo duro de 6 millones (kirchneristas 20%, federales 10%), pero perdió 2,6-3 millones por ausentismo.

En PBA, 274.500 votos menos que en septiembre; en el NOA, fatiga por subsidios recortados. Blancos y nulos (5,5%, 1,3 millones) crecieron 2 puntos, con 400.000 experonistas protestando por la desconexión CFK-Kicillof.

Migraciones mínimas –0,6 millones– fueron a Provincias Unidas (10% ex-UxP en Córdoba) o Ciudadanos Unidos (6% en CABA). “El peronismo federal robó moderados K”, dice Poliarquía.

Axel Kicillof, desde La Plata, lanzó: “Seis de cada diez dijeron no con su ausencia”. Pero la interna estalló: Mayra Mendoza, en un tuit del 26 de octubre, acusó al gobernador de “mirar solo a la provincia y no al país”, mientras Juan Grabois habló de “voto contra intereses”.

ECONOMÍA: LA CALMA QUE NO LLEGA AL PLATO

El ajuste estabilizó reservas, pero la recesión y la pobreza al 31,6% muerden donde más duele: en los bolsillos. El consumo se desplomó, con almacenes y ferias perdiendo hasta un 20% en ventas de alimentos, según CAME.

Las changas informales no levantan cabeza, y las tarifas disparadas –electricidad un 120% más cara que en 2024– devoran cualquier alivio.

Escándalos como $LIBRA o los vínculos narco atribuidos a José Luis Espert erosionaron la “pureza libertaria”.

Para FP, la fragmentación –UxP disuelta, sellos dispersos en 13 provincias– y la falta de épica post-Massa sellaron el declive. “Sin liderazgo, el voto peronista se esconde”, afirma Paola Zuban.

LLA, con 25 senadores aliados, negocia con PRO y radicales para un Congreso menos hostil. Milei, con aprobación al 45% (baja del 60%, según CELAG), recalibra: “El cambio no es fácil, pero inevitable”.

FP resiste con 96 diputados y 11 gobernadores, pero la grieta Kicillof-CFK amenaza fractura.

DÉFICIT CERO: ¿META O ESPEJISMO?

Aún en la euforia del búnker, el desafío trasciende las urnas. El déficit cero, ancla del plan Milei, logró un superávit primario del 1,6% del PBI en 2025, según el FMI, pero expertos como Juan Carlos de Pablo advierten:

“Es necesario, pero insuficiente; sin inversión en infraestructura y reformas laborales que incentiven la formalización, el empleo no repuntará más allá del 6,6% proyectado para fin de año”, según un análisis para el Real Instituto Elcano.

El ajuste frenó la inflación al 30-40% anual, estima Poliarquía, pero la recesión heredada exige un salto cualitativo: el FMI recortó su pronóstico de crecimiento al 3% para 2026, enfatizando que “acelerar la convergencia fiscal y atraer dólares mediante RIGI o FMI es clave para impulsar la productividad”.

Martín González Rozada, de la UTDT, coincide: “El equilibrio fiscal asegura un piso de 4% de crecimiento per cápita, pero sin competitividad en exportaciones y educación, la transformación se estanca en números macro, no en mesas de trabajo”.

Milei lo sabe; su pacto con gobernadores no K apunta a eso. Pero el test será si el déficit cero se traduce en fábricas que contraten y salarios que alcancen, o si queda como un logro contable en un país que prefiere callar.

El triunfo libertario, el derrumbe peronista y el voto ausente no son tres fenómenos distintos, sino un mismo grito dividido: una sociedad exhausta que ya no busca redentores, sino aire. Las urnas hablaron.

La pregunta es quién llenará el silencio en 2027.