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Milei disfruta las mieles del mercado mientras se dispone a ampliar su base de sustentación política

“Será importante que con la parte más racional de la política, nos sentemos y hablemos”. La frase la pronunció hace pocas horas el presidente Javier Milei.

Y dijo que este lunes “empezó una Argentina nueva. Los argentinos decidieron subirse a la autopista que hará grande al país nuevamente. Dos tercios de los argentinos apostaron a abrazar las ideas de la libertad”.

Y señaló: “Hay lugar para el diálogo y el debate”, en un claro mensaje dirigido a sectores de la oposición que tienen línea directa con los gobernadores de Provincias Unidas.

Era algo impensado hasta hace algunas semanas que el jefe Estado pronunciara esa palabras con tanta claridad.

Lo que más destacan referentes del mercado consultados por la Agencia Noticias Argentinas es que esa convocatoria aún difusa se pronunció en la hora de un triunfo por encima del esperado.

En la noche del domingo, varios gobernadores enviaron mensajes de felicitación a Milei. La respuesta no dejó dudas: “Empieza otra etapa y hablaremos seguido”, escucharon.

Guillermo Francos será el encargado de agilizar agendas y Federico Sturzenegger el hombre encargado de monitorear que se vaya cumpliendo el Pacto de Mayo.

Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Ignacio Torres (Chubut); Carlos Sadir (Jujuy), Gustavo Valdés (Corrientes) y Claudio Vidal (Santa Cruz), con el agregado del exmandatario cordobés Juan Schiaretti, serán seguramente interlocutores claves.

Los mercados apuestan a un díálogo que permita avanzar con leyes y obturar cualquier posibilidad de que el kirchnerismo haga peligrar las leyes a favor de la llegada de inversiones claves en rubros como energía, minería y otras.

El gran desafío de la economía de la Argentina, y por lo tanto del Gobierno, será poder mantener en orden las variables financieras, y eso se traslade, luego, a la recuperación de la economía.

Esa recuperación debería llegar más temprano que tarde, porque el consumo y la actividad -como reconoce el propio Milei-, se enfriaron totalmente en los últimos meses. A su vez, se atraviesa una etapa de muy bajos salarios.

El Presidente adjudica esa parálisis al temor al “riesgo kuka”, pero habrá que ver si esa simplificación alcanza para explicar que la actividad económica está frenada, y si se entiende que hace falta mucho más caudal político para llevar adelante las reformas planteadas.

El mejor ejemplo es que el Gobierno debió recurrir de apuro a su mejor aliado en estos tiempos, Donald Trump, porque de lo contrario el dólar podría haber alcanzado niveles estratosféricos para cuando llegaran las elecciones, y en ese caso seguramente el resultado hubiese sido otro.

La euforia del mercado -con un Merval que en dólares subió más del 30%, su mayor alza en tres décadas, una fuerte suba de bonos y ADRs, una divisa norteamericana que cotizó 55 pesos por debajo del viernes-, refleja la lectura más que positiva que hizo el mundo del dinero sobre el escrutinio.

A tal punto se le están alineando los planetas al gobierno libertario que, hasta la soja, el commoditie estrella de la Argentina, se ubica en la zona de los USD 400, el nivel más alto del año.

Pero Milei debería conocer mejor que nadie que el mundillo de las finanzas es el más volátil que hay, y que el sustento de su administración pasa porque la gente de a pie continúe confiando en que puede ser capaz de encarrillar a una economía que no crece desde hace 15 años.

Los hombres de negocios consideran que el Gobierno tiene una oportunidad de oro para armar los consensos que le permitan “construir gobernabilidad”, para que el Congreso avance con las reformas pendientes, sobre todo la laboral y la tributaria.

Y Milei ya no tendrá excusas para hacerlo, coinciden analistas políticos, y señalan que el jefe de Estado está parado frente a una oportunidad única de convertirse en “estadista”, si apuesta al diálogo con ese “70 por ciento de la Argentina que abraza las ideas de la libertad”, según él mismo dijo, y va poniendo en caja esa retórica que la mayoría de las veces le genera más dolores de cabeza que éxitos.