Casi con un “nudo” en la garganta, Javier solo pudo decir “bueno”, con la voz entrecortada al filmarse caminando por las calles de Mar del Plata, donde por cuestiones médicas visitó la ciudad un lunes cualquiera que, por una acción invaluable, pasó a la bitácora de su vida como uno de los más preciados. “Bueno, como decirles lo que acabo de vivir chicos, de verdad. Estoy en mardel, vine al médico y nada, tengo que hacer un ratito de tiempo entre una atención y otra, traje el auto al lavadero y, veo un lugar enfrente que dice parrilla libre $15.000 y obviamente fui derecho”
Así se mostró en el inicio del video que compartió en la red social X (@Javierchu’s). Pero, lo que comenzó como una pausa entre turnos médicos en la ciudad balnearia de la provincia de Buenos Aires, terminó convirtiéndose en uno de esos momentos que devuelven la fe en la gente y en la empatía.
Mientras esperaba que lavaran su auto, un cartel llamó su atención: “Parrilla libre $15.000”. Con hambre y curiosidad, cruzó la calle para probar el menú. Al llegar, lo recibieron con una pregunta inesperada: “¿Estás anotado?”. “No, vengo por el cartelito”, respondió. Asombrado, Javier recibió por respuesta: “Ah, un cliente. Pasa por acá, que los lunes hacemos una actividad solidaria”. Sin saber, todavía, de qué se trataba, Javier aceptó la invitación. Pero pronto lo descubrió, ya que, el salón estaba lleno. Cuarenta personas compartían mesa, risas y un plato caliente. Personas en situación de calle, todas atendidas con la misma dedicación que él. “Les estaban dando de comer a gente en situación de calle, 40 cubiertos” y “les sirvieron gaseosa, les abrieron la botella, la misma atención que a mí”, relató conmovido.
Detrás de esa iniciativa está Jorge, el dueño de la parrilla ubicada en Francia y 9 de Julio, de la ciudad “Feliz” no solo alegró a los comensales, sino que cautivó el corazón de Javier con su bondad.
“Estoy emocionadísimo”. Desde hace tiempo, cada lunes, Jorge y su equipo transforman su local en un espacio de encuentro y dignidad. No hay diferencias: solo comida rica, buen trato y la calidez de un gesto enorme. “Gente así cambia el mundo, posta”, repite Javier entre lágrimas. Y es que su sorpresa se convirtió en un mensaje esperanzador: el recordatorio de que un simple almuerzo puede ser un acto de amor. “Me regalaron el mejor momento en mucho tiempo”, confesó al final del video, con la voz cargada de emoción.
El local está abierto todos los días, menos los lunes, día que precisamente Jorge y su gente brinda su amor sin mirar a quién. Quienes llegan desde Villa Gesell, orienta Javier, pueden encontrarlo siguiendo por Luro y doblando una cuadra a la izquierda, dos antes de Jara.
La historia de Javier recuerda que la gastronomía también puede ser un puente de amor. Porque a veces, entre brasas y platos compartidos, se cocina lo mejor del alma humana.
Y cerró diciendo: “Se puede muchachos, se puede hacer un mundo más lindo”.






