El Servicio de Rehabilitación del Molas-Favaloro organizó una charla y una caminata para concientizar sobre esta enfermedad que es la tercera causa de muerte y la primera de discapacidad en personas mayores de 65 años. "La mayoría de los ACV podrían prevenirse con hábitos saludables y controles médicos", aseguró Laura Vilgliotta, jefa del área.
Todos los 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV), una afección que es la tercera causa de muerte y la primera de discapacidad en personas mayores de 65 años. Se trata de una enfermedad que puede producirse a cualquier edad y se presenta tanto en hombres como en mujeres.
A tono con el día, el Ministerio de Salud de La Pampa remarcó la importancia de promover hábitos de prevención y reforzar la importancia del reconocimiento temprano de los síntomas del ACV.
Además, el Servicio de Rehabilitación del Complejo Hospitalario Favaloro-Molas organizó una jornada de concientización sobre la enfermedad y una que reunió a decenas de personas.
Laura Vigliotta, médica especialista en terapia intensiva y jefa del Servicio de Rehabilitación del Complejo Hospitalario Favaloro-Molas, hizo hincapié en que “en Argentina se estima que una persona sufre un ACV cada 4 minutos y es la tercera causa de muerte y la primera de discapacidad en mayores de 65 años”.
La profesional, en diálogo con la Agencia de Provincial de Noticias, marcó un dato que obliga a generar conciencia: “la mayoría de los ACV podrían prevenirse con hábitos saludables y control médico”.
Respecto de la infraestructura con que cuenta Salud Pública para atender la rehabilitación de estos pacientes, señaló: “El servicio está conformado por 80 profesiones multidisciplinarios: médicos, kinesiólogos, terapistas ocupacionales, musicoterapeutas, psicólogos, neuropsicólogos. Lo dividimos en áreas de pacientes adultos y pediátricos”.
Por otra parte, la atención puede ser ambulatoria o desde la internación. “Desde las salas de terapia intensiva ya empiezan con la rehabilitación. El servicio cuenta con servicio de transporte propio adecuado para personas con discapacidad”, indicó.
El primer paso es una evaluación para determinar el tipo de tratamiento que necesita cada paciente. “Es una admisión multidisciplinaria, con escalas estandarizadas. De acuerdo a la necesidad de la persona se dispone un tratamiento individualizado”, señaló.
“Es importante recordar que hay dos grandes tipos de ACV: hemorrágico o isquémico. Cada uno tiene sus causales. Puede producirse a cualquier edad y afecta tanto a hombres como a mujeres. En cuanto a las mujeres, la etapa en la que se incrementa el riesgo es a partir de la menopausia, porque pierden la protección de los estrógenos”, puntualizó.
Los síntomas a tener en cuenta
En cuanto a los síntomas distintivos del ACV, el kinesiólogo Román Riguetti, que tuvo a su cargo la charla de esta mañana, aseguró: “Son variados, pero hay algunos que podemos calificar como clásicos. Entre ellos se encuentran la debilidad en piernas, brazos y cara, dolor de cabeza repentino e intenso, mareos o pérdida de equilibrio, dificultad para hablar y entender lo que nos dicen y visión borrosa o doble”.
Una aclaración importante respecto del dolor de cabeza es que se distingue de cualquier cefalea que hayamos sentido. “Es un dolor muy fuerte, que aparece de golpe, y no se parece a una jaqueca común. Esto es clave para no confundir las señales”, explicó.
Los hábitos tienen una enorme incidencia. “Hay factores de riesgo que son modificables haciendo un cambio de hábitos”, reseñó. En este sentido, el principal factor de riesgo es la presión alta, por lo que adquiere relevancia hacerse chequeos regulares, realizar actividades físicas y moderar el consumo de sal.
También son factores de riesgo la diabetes, el tabaco (se incluye el vapeo), la obesidad, el sedentarismo y el colesterol alto. De esto se desprende que modificando costumbres, haciendo una dieta acorde a nuestras necesidades y sometiéndose a controles periódicos se puede reducir significativamente el riesgo de sufrir un ACV.
Finalmente, Vigliotta subrayó el rol clave que cumple la atención inmediata: “El tiempo es cerebro. Cuanto más tardamos en hacer el diagnóstico, las secuelas son mayores. Por eso es vital que no se demore la consulta apenas aparecen los síntomas”.













