“Hice una lista con las cosas que me pidieron hoy en el turno para que vean que yo no exagero”. Con esa frase comenzó el video que transformó a un trabajador de una farmacia en viral absoluto al contar las preguntas que le hicieron. Lo que parecía una jornada más detrás del mostrador terminó siendo una sucesión de consultas tan absurdas como cómicas, que desataron carcajadas y memes en redes sociales.
Entre los mensajes más compartidos, uno de los que más sorprendió al usuario de TikTok @nicolasm4rtin fue: “Me preguntaron si el test de embarazo sirve para una perra”. La respuesta, obviamente, fue un rotundo no, pero el episodio bastó para que los internautas comentaran que hay preguntas que “ni Google se anima a contestar”.
Otro de los pedidos que llamó la atención fue el de una clienta que llegó decidida al encuentro de un producto en particular: “Después me pidieron pastillas para no enojarse tanto”. La ocurrencia se volvió viral en TikTok, donde varios usuarios bromearon con que, si existieran, se agotarían en horas.
También, “una señora me pidió ibuprofeno en jarabe para el nene y, cuando le pregunté cuánto tiene me dijo 18”. Asimismo, sigue contando el usuario que hubo lugar para las consultas estéticas: “Un loco vino y me preguntó si tenía algo para que le crezca la barba”. Algunos internautas se vieron identificados.
El humor continuó cuando relató que una clienta buscaba “algo para el estrés” y él pensó en responder: “Renuncia a tu trabajo, llora en el baño”. La sinceridad brutal del profesional generó empatía instantánea y miles de reacciones en redes.
Pero el cierre fue antológico, ya que, “la frutilla del postre se la llevó una señora que vino con dos cajitas de leche para bebé a querer cambiarlas. Las compró en otra farmacia”. Según contó, pretendía devolverlas en su local porque estaba de turno.
El hilo culminó con una frase que ya se convirtió en lema de internet: “Sentido común a marzo”.
En cuestión de horas, la lista de consultas se volvió un fenómeno viral que expuso, con humor, el costado más insólito del mostrador farmacéutico. Porque entre test imposibles, jarabes para adultos y pedidos mágicos, lo único que parece escasear, según bromeó el autor, es el sentido común.
