Buenos Aires, 17 noviembre (NA)— Mientras la mayoría de las empresas acelera sus planes para un regreso total a la presencialidad, un análisis advierte sobre el fracaso de imponer la medida sin un diálogo real con los empleados. Un estudio citado por Forbes asegura que para finales de 2025, se espera que el 87% de las empresas haya implementado políticas completas de regreso al trabajo.
Sin embargo, esta imposición choca con una nueva realidad: los trabajadores se acostumbraron a la flexibilidad, priorizan la autonomía y el equilibrio personal.
Según supo la Agencia Noticias Argentina a partir de un análisis de Tracy Jackson, miembro de Forbes Councils, las organizaciones que impulsan la presencialidad total enfrentan una fuerte resistencia. Los líderes deben “ser claros y consistentes” al justificar la vuelta y, sobre todo, “escuchar y validar” las preocupaciones de los trabajadores.
El informe destaca que la resistencia no es un capricho. El cuidado infantil es una de las principales preocupaciones, ya que muchas guarderías que cerraron durante la pandemia “no reabrieron”. Además, muchos empleados sienten que rinden más a distancia, lejos de “las charlas, las interrupciones y otras distracciones cotidianas” de la oficina. A esto se suma el estrés de volver a soportar el tráfico y largos viajes.
Jackson advierte que la transparencia es “un imperativo”. Si la empresa argumenta que la vuelta es por motivos económicos (oficinas vacías) o para fomentar la innovación “cara a cara”, también debe explicar cómo el regreso beneficia al empleado. Por ejemplo, mencionando “más chances de crecimiento profesional” o “mayor cercanía con los líderes”.
La clave, según el análisis, es la comunicación. “No alcanza con mandar cartas documentos o correos electrónicos”, se necesitan “conversaciones reales”. Las reuniones masivas pueden percibirse como una “bajada de línea” en lugar de un “intercambio genuino”.
La experta critica la lógica rígida del “lo tomás o lo dejás” y sugiere pequeños gestos de flexibilidad, como ajustar horarios 15 minutos para la rutina escolar. Advierte también que la flexibilidad no puede discriminar y “no puede estar pensada solo para padres, mujeres o cualquier grupo específico”.
El análisis concluye que “se destapó la caja de Pandora”: los empleados ya demostraron que el trabajo remoto puede ser productivo. Para que la transición funcione, las empresas deben ofrecer un “sistema de toma y daca”, como flexibilizar los códigos de vestimenta o aliviar los nuevos costos de transporte y tintorería.
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