El arquitecto canadiense-estadounidense Frank Gehry, uno de los grandes renovadores de la arquitectura contemporánea y autor de iconos como el Museo Guggenheim Bilbao y el Walt Disney Concert Hall, murió a los 96 años en su casa de Santa Mónica, California. Considerado un pionero que expandió los límites del diseño y la ingeniería, su obra dejó una marca indeleble en el paisaje cultural global.
Creador de un lenguaje arquitectónico profundamente personal, caracterizado por el uso de curvas audaces, materiales poco convencionales y una particular atención al diálogo con el entorno urbano, Gehry transformó de forma decisiva la arquitectura de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Obras emblemáticas como el Guggenheim Bilbao, el Jay Pritzker Pavilion en Chicago o el Walt Disney Concert Hall en Los Ángeles lo consolidaron como referente internacional.
A lo largo de su extensa trayectoria recibió los máximos reconocimientos de la disciplina, entre ellos el Premio Pritzker en 1989 y el Premio Imperial Japonés en 1992. Su estudio, Gehry Partners LLP, con sede en Los Ángeles, continúa desarrollando proyectos bajo su línea conceptual.
UN ARQUITECTO DESCONSTRUCTIVISTA
Nacido en Toronto el 28 de febrero de 1929 como Frank Owen Goldberg, hijo de inmigrantes judíos de origen ruso y polaco, adoptó el apellido Gehry en 1954. En 1947 se trasladó con su familia a California, donde estudió Arquitectura en la Universidad del Sur de California y luego Urbanismo en la Escuela de Diseño de Harvard, tras cumplir con el servicio militar.
Comenzó su carrera profesional en estudios como Victor Gruen Associates y Pereira & Luckman Associates. En 1961 se instaló en París, donde trabajó con André Remondet y estudió la obra de Le Corbusier y otros maestros europeos que influirían en sus primeros trabajos. De regreso en Los Ángeles en 1962, abrió su propio estudio y progresivamente desarrolló el estilo que lo haría mundialmente reconocido.
Vinculado al movimiento desconstructivista estadounidense, Gehry impulsó una arquitectura de volúmenes fragmentados y dinámicos, en la que el edificio se concibe como una obra de arte. Su interés por los materiales innovadores lo llevó a crear líneas de mobiliario de cartón —Easy Edges y Experimental Edges— y las célebres Fish Lamps, además de diseños como la colección Bent Wood.
Entre sus obras más destacadas figuran su casa en Santa Mónica, el Museo Cabrillo Marine y el Museo Aeronáutico de Los Ángeles, la Facultad de Derecho de Loyola, el Museo de la Universidad de Minnesota, el Centro Americano en París, el edificio de Vitra en Basilea y el Experience Music Project en Seattle. También proyectó el Museo de Historia de los Judíos Polacos en Varsovia y el Biomuseo de Panamá.
EL GUGGENHEIM DE BILBAO, EMBLEMA INTERNACIONAL
El edificio que lo catapultó definitivamente a la fama global fue el Museo Guggenheim Bilbao (1991-1997), cuya audaz combinación de titanio, vidrio, acero y piedra transformó la imagen de la ciudad vasca y se convirtió en un símbolo del urbanismo contemporáneo. Por esta obra recibió premios como el de la Fundación Friedrich Kiesler (1998) y el Premio Internacional de Diseño (1999) de la Sociedad de Ingeniería de Iluminación de Norteamérica.
En España también dejó huella con la escultura olímpica de Barcelona —el célebre “pez” junto al Hotel Arts—, la remodelación de las bodegas Marqués de Riscal en Álava y el diseño del rascacielos futurista de la zona Sant Andreu-Sagrera.
La muerte de Frank Gehry supone la partida de una figura esencial que redefinió la relación entre arte, arquitectura y ciudad. Su legado continuará vivo en las urbes que transformó y en generaciones de arquitectos que encontraron en él a un maestro de la forma y la imaginación.






