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Murió Sly Stone, el genio rebelde del funk que revolucionó la música negra

Sylvester “Sly Stone” Stewart, fundador y líder de Sly & the Family Stone, falleció este lunes en Los Ángeles a los 82 años, víctima de una prolongada enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y otras complicaciones de salud. Con su muerte se va una de las figuras más revolucionarias de la música afroamericana, un artista que no solo inventó un sonido sino que propuso una nueva forma de convivencia en el escenario: multirracial, con mujeres al frente, y con un mensaje tan festivo como incendiario.

La noticia fue confirmada por su familia a través de un comunicado. “Tras una prolongada lucha contra la EPOC y otras enfermedades de base, Sly partió en paz, rodeado de sus hijos, un amigo cercano y su familia. Su extraordinario legado musical continuará inspirando por generaciones”, señaló el texto.

Nacido el 15 de marzo de 1943 en Denton, Texas, y criado en Vallejo, California, Sly comenzó su carrera en la música como niño prodigio, cantando en un grupo góspel familiar. A los 16 años ya había grabado un éxito local, Long Time Gone, y conducía un programa de radio en la emisora KSOL del área de la Bahía. También estudió composición, trompeta y teoría en el Vallejo Junior College, experiencia que moldeó su visión musical sin etiquetas.

En 1966 fundó Sly & the Family Stone, una banda revolucionaria por su integración racial y de género, que combinó soul, rock, funk, psicodelia y góspel como ningún otro grupo antes. Con su innovadora mezcla sonora y una energía explosiva en el escenario, rápidamente conquistaron los charts y redefinieron los límites de la música popular.

Su primer gran éxito fue Dance to the Music (1968), seguido del himno multicolor Everyday People, que alcanzó el número 1 en el Billboard Hot 100. Con el álbum Stand! (1969), que vendió más de tres millones de copias, la banda consolidó su lugar en la historia con canciones como I Want to Take You Higher y Don’t Call Me Nigger, Whitey, combinando una sensibilidad pop con un mensaje social directo.

En los años setenta, la música de Sly tomó un giro más introspectivo y oscuro. El álbum There’s a Riot Goin’ On (1971), con su atmósfera densa y su producción lo-fi, reflejó la desilusión de la era post-hippie y el deterioro personal del propio Stone, cada vez más inmerso en el consumo de drogas. Aun así, de ese disco surgieron joyas como Family Affair y Running Away. En 1973 lanzó Fresh, su último gran álbum, antes de que las tensiones internas y sus problemas personales precipitaran la disolución de la banda en 1975.

LA VIDA DESPUÉS DE LA FAMILY STONE

En los años siguientes, Stone lanzó discos en solitario con poco impacto comercial, y aunque intentó regresar a la escena en los años ochenta -incluyendo un fugaz tour con George Clinton y los P-Funk All Stars-, su salud y adicciones lo alejaron progresivamente de los escenarios. Su último single, Eek-a-Bo-Static (1987), pasó desapercibido.

Pese a su retiro, el reconocimiento no cesó. En 1993 fue incluido en el Salón de la Fama del Rock & Roll junto a su banda, aunque su aparición fue breve y enigmática. En los años recientes, su figura volvió a cobrar relevancia gracias al documental Sly Lives! dirigido por Questlove, y a la autobiografía publicada en 2024, en la que repasó su ascenso fulgurante, sus excesos y su influencia perdurable.

Además, su histórica actuación en el Harlem Cultural Festival de 1969 fue rescatada en el multipremiado documental Summer of Soul, también dirigido por Questlove. Según confirmó su familia, poco antes de su muerte Stone finalizó el guion para una película autobiográfica que está en desarrollo.

Sly Stone no solo dejó una marca indeleble en el funk: influyó a generaciones enteras de músicos, desde Prince hasta Public Enemy, pasando por los Red Hot Chili Peppers y D’Angelo. Su música, mezcla de euforia y protesta, sigue siendo una banda sonora vital para tiempos de cambio. Como él mismo escribió en uno de sus temas más emblemáticos: Different strokes for different folks.