En un preocupante suceso que sacude nuevamente los cimientos de la libertad de prensa en Argentina, el edificio que alberga la histórica emisora Radio Rivadavia fue blanco de un grave ataque delictivo en la madrugada de este sábado. Este incidente se suma a una escalada de agresiones y hostigamientos contra medios de comunicación, intensificando la alarma sobre el clima de impunidad en el que operan ciertos grupos violentos.
Los detalles del ataque a Radio Rivadavia aún están siendo investigados y generó una ola de repudio en el ámbito periodístico y político. Este episodio no es un hecho aislado, sino que se inscribe en un patrón de ataques que han venido sufriéndose en el último tiempo.
La agresión a Radio Rivadavia pone de manifiesto, una vez más, que la libertad de prensa en Argentina continúa bajo permanente asedio por parte de violentos. Lo más preocupante es la percepción generalizada de que los responsables del sistema político argentino no solo no actúan con la contundencia necesaria para frenar estos embates, sino que, en algunos casos, ciertos “dirigentes” incluso incitan a atacar a la prensa con el objetivo de amedrentar.
Esta situación se ha agravado significativamente desde que la Corte Suprema de Justicia confirmó la condena a Cristina Kirchner. A partir de ese momento, se sucedieron una serie de graves hechos que marcan un preocupante retroceso en el respeto a la actividad periodística:
* Ingreso a TN de marginales y empleados estatales vinculados con La Cámpora: Este incidente, ampliamente difundido, mostró la vulnerabilidad de los medios ante grupos que, aparentemente, actúan con impunidad.
* Pintadas contra canales de streaming: Una modalidad de hostigamiento más reciente que busca amedrentar a voces críticas en plataformas digitales.
* Hackeos de páginas web: Ataques cibernéticos que buscan silenciar o desinformar, afectando la infraestructura digital de los medios.
Estos episodios no solo atentan contra la integridad física de las instalaciones y el personal de los medios, sino que buscan silenciar voces, coartar la libre circulación de información y sembrar miedo entre quienes tienen la tarea fundamental de informar a la sociedad.
La inacción o la tibieza de la respuesta política ante estos hechos son una constante preocupación. La falta de condenas explícitas y acciones contundentes por parte de los líderes políticos genera un caldo de cultivo propicio para que estos ataques se repitan y escalen. La sociedad argentina, y en particular la comunidad periodística, exige un compromiso real y efectivo para garantizar que el ejercicio de la prensa libre no sea sinónimo de riesgo y hostigamiento.