La sangre es algo que no puede fabricarse artificialmente y la participación activa de la comunidad es clave para garantizar el derecho a la salud, por eso cada 14 de junio se conmemora el Día Mundial del Donante de Sangre, una fecha para reconocer a quienes donan de forma voluntaria y para concientizar sobre la necesidad de este recurso tan esencial.
En Argentina, según el último informe regional de la Organización Panamericana de la Salud publicado en 2024, más del 55% de las donaciones en nuestro país proviene de voluntarios que se presentan en los centros y hospitales desde su generosidad y, gracias a esto, los profesionales de la salud pueden llevar adelante tratamientos, cirugías y procedimientos que salvan miles de vidas cada año.
“Dado que la sangre no es algo que se pueda fabricar o reemplazar, los ‘brazos solidarios’ de quienes donan son hoy la única fuente posible para contar con este insumo vital”, afirma Pablo Camino, médico especialista en hemoterapia e inmunohematología.
En este sentido, el especialista afirma que la sociedad debe atravesar un cambio de paradigma: “Es fundamental que la donación de sangre deje de verse como una fuente de reposición y se consolide como algo habitual y cultural. Esto permitirá garantizar la calidad y disponibilidad de sangre en los momentos de necesidad para los pacientes, convirtiéndose en un círculo virtuoso”.
LA EDUCACIÓN COMO MOTOR DEL CAMBIO
Para el Dr. Camino, los profesionales de la salud cumplen un rol clave en el desafío de transformar la cultura de la donación, porque comunicando o dando el ejemplo, su compromiso va más allá del consultorio, ya que también son agentes fundamentales para promover hábitos solidarios en la sociedad.
Un ejemplo concreto de esta visión es el proyecto “Lazos de Sangre”, una iniciativa que desde hace cuatro años impulsa la educación y la concientización sobre la donación voluntaria, en el marco del Programa de Estudiantes Extensionistas del Departamento de Extensión Universitaria.
El Dr. Camino es el responsable del proyecto “Lazos de Sangre”, impulsado por la Universidad Hospital Italiano y esta propuesta busca articular la formación académica con acciones concretas en la comunidad e invita a conocer, reflexionar, participar y actuar frente a esta necesidad.
El experto sostiene que los docentes tienen la responsabilidad de formar a los futuros profesionales no solo en lo técnico, sino también en su rol como promotores activos de salud en cada entorno donde les toque actuar. A través de charlas, colectas externas y visitas al Banco de Sangre del Hospital, los estudiantes no solo incorporan conocimientos técnicos: también descubren el valor humano y social que implica su profesión.
En un contexto donde la demanda de sangre es constante y creciente, promover la donación voluntaria, habitual y altruista es una responsabilidad compartida e iniciativas como la mencionada demuestran que educar, concientizar y actuar desde la formación profesional es clave para construir una sociedad más solidaria y preparada.