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Crecen cuestionamientos por la forma de medir el déficit fiscal

La forma de medición e interpretación de las cuentas públicas generó una nueva división entre economistas que respaldan al gobierno y aquellos que apuntan deficiencias en la real situación fiscal.

En lo puntual, los cuestionamientos se focalizan en cómo se miden los resultados y cómo se imputan a los diferentes ítems que consolidan el total de la situación económica financiera del Estado.

Entre los economistas críticos se apuntan Carlos Rodríguez –quien supo integrar el equipo de asesores de Javier Milei- y Walter Graziano, quienes este jueves publicaron una columna de opinión en el Diario Clarín donde manifiestan un punto de vista crítico.

Los autores parten de la base de recordar palabras de Milei donde señalaba que heredó un déficit fiscal de 15% puntos del PIB, divididos en 5 puntos del Tesoro (déficit operativo) y 10 puntos del Banco Central. Ambos coinciden que los 5 puntos del Tesoro fueron eliminados con gestión y parte de licuación de ingresos “vastos sectores” de la sociedad.

Los cuestionamientos están centrados en los 10 puntos correspondientes al BCRA. El punto de arranque es marcar que por la transferencia previa ahora los bancos ya no tienen deuda del BCRA (Leliq o Pases Pasivos) sino que tienen deuda del Tesoro en forma de LECAP, Bontes y otros instrumentos. Por tanto, aseguran, que no hubo “ninguna reducción de deuda en pesos del Estado”, sino que “por el contrario se ha expandido”.

“Cabe entonces llegar a una única conclusión: si el déficit que era causado por la deuda del BCRA de diez puntos del PBI ha desaparecido, – de lo cual se jacta el presidente – solo puede ser posible si las tasas de interés se han – virtualmente – pulverizado a cerca del 0%. Pero eso no ocurrió. ¿Qué pasó entonces?”, señalan como origen de su interpretación.

Los autores entienden que “en este preciso punto en el que suelen empezar a surgir graves errores conceptuales en un sector de la profesión de los economistas”.

“Ocurre que suelen contabilizar la tasa de inflación como un ‘ingreso’ contante y sonante del BCRA. Por poner un ejemplo: si la tasa de interés que remuneran los bonos estatales es de 3% mensual, y la inflación también es del 3% mensual, postulan que el déficit que ocasiona la deuda en pesos del Estado ha desaparecido por completo. Inconscientemente, en este erróneo pensamiento subyace la idea de que hay dos clases de pesos: pesos de primera, y pesos de segunda”, argumentan.

Rodríguez y Graziano sostienen que “opera una creencia sumamente extraña cuyo origen vendría bien que en algún momento se aclare. Hasta hace unos pocos años, a nadie se le hubiera ocurrido esta cruza de hormiga con elefante del déficit financiero o cuasifiscal “real” mientras el operativo se calcula de manera nominal. ¿ Por qué ahora el cambio de criterio entonces ?”

“Lo cierto es que la medida del déficit cuasifiscal o financiero deflactados transforma a esta variable crucial en el fracaso de los planes económicos en Argentina en una cuestión que parece no tener casi importancia. Peor aún, por ese criterio antojadizo e incorrecto se llega al dislate de que cuánta más inflación mejor, porque la inflación genera superávit financiero. Una locura total.”, enfatizan.

Los economistas aseguran que “quien sin embargo siempre midió correctamente el déficit – hasta asumir – fue Javier Milei, quien no se cansaba de repetir que el déficit en manos del BCRA llegaba al 10% del PBI”.

“Lo que debemos preguntarnos es cual es hoy ese déficit. Pues bien, la deuda del Tesoro asciende ahora a alrededor de $ 240 billones. Un 45% a tasa interés fija y otro 55% indexado a tasa de inflación o a dólar oficial. La tasa efectiva anual de esa deuda es de entre 30% y 36%”, plantean como paso inicial.

A partir de allí evalúan que “la deuda ajustable por inflación arbitra también a esa tasa, dado que esos bonos ajustables se colocan al precio que arbitra contra la tasa de interés”.

“Si tomamos entonces una tasa anual promedio del 33%, el déficit anual de la deuda en pesos del Tesoro es de $ 79,2 billones. A un dólar de $ 1.200 estamos hablando entonces de US$ 66.000 millones anuales. Tomando en cuenta un PBI de US$ 650.000 millones, resulta entonces que el déficit financiero en pesos está viajando ahora a un ritmo del 10,15% del PBI”, calcularon Rodríguez y Graziano.

“A ello –continúan- hay que agregarle el déficit financiero en dólares. Dado que la deuda en dólares es aproximadamente de US$ 200.000 millones, con una tasa promedio del 3,5% anual resulta que el déficit financiero en moneda extranjera es de 1,1% del PBI. Entre pesos y dólares el déficit financiero es de nada menos que del 11,25% anual, apreciablemente mayor al que Milei declara haber heredado”.

El análisis plantea que “muchos se preguntarán cómo puede ser esto real. Otros ya hace rato comprenden como son los misteriosos meandros del interés compuesto combinado con una enorme expansión monetaria durante largos meses. Entre estos últimos – póngale el lector la firma – se encuentran el Presidente Milei, que tomó el poder con una masa monetaria (M3) aproximada de 46,2 billones en noviembre de 2023 y la triplicó a los actuales 132,5 billones sin haber podido lograr lamentablemente que al menos algo siquiera mínimo de esa expansión se haya traducido en un aumento de mínima relevancia de las reservas netas, lo que obligó a acudir de gran apuro al FMI”.

Los economistas puntualizan: “Nótese que al aumento de M3 del 187% le correspondió una inflación acumulada bastante similar del 209%. No debiera extrañar demasiado por qué el déficit financiero de 10% anual de noviembre de 2023 es hoy del 11,25% anual”.

Por consiguiente sostienen que “es imposible que el Presidente – profundo conocedor del tema déficit – no lo sepa. De otra manera, en abril no habría habido ningún apuro por golpear la puerta del FMI”.

“Muchos se preguntarán por qué si la masa monetaria real ( M3) es similar a la que había en noviembre 2023, la tasa de inflación es mucho menor. La razón es que el dinero estaba prácticamente remunerado a una tasa de interés similar a la tasa de inflación, o sea que su costo de oportunidad era prácticamente cero”, añaden en su argumentación.

Y continúan: “Ahora, la tasa de remuneración de los Pasivos del Tesoro, que reemplazan a los anteriores Pasivos Monetarios del BCRA, es del orden del 33%, similar a la inflación corriente. Se verifica la vieja hipótesis de que en una economía donde se remunera el dinero mediante la emisión de más dinero, la tasa de remuneración del dinero es el determinante básico de la tasa de inflación”.

La conclusión resultó la siguiente: “Hemos visto que Milei estaba en lo correcto cuando decía que el BCRA tenía un déficit de 10% del PBI. Luego lo transfirió al Tesoro, y ese mismo déficit es ahora de 11,25% del PBI. Al calor de la emisión y del muy alto déficit, muchas cosas comienzan a cobrar explicación: por qué ya no se puede poner el dólar en el nivel que se quiere, por qué en abril hubo corrida y por qué hubo que ir corriendo al FMI a pedir préstamos gigantes. Si Milei no baja en serio y rápido ese mismo déficit que declaró heredar, los problemas probablemente reaparezcan más rápido que tarde”.