Organizaciones de derechos humanos estiman que cerca de 900 civiles, en su mayoría pertenecientes a la minoría alauita, fueron asesinados por fuerzas progubernamentales en el litoral sirio a principios de marzo.
La región costera de Siria, históricamente controlada por el régimen alauita, fue escenario de una masacre a gran escala luego de que combatientes leales al expresidente Bashar al-Assad, derrocado por una coalición islamista sunita, realizaran ataques contra fuerzas de seguridad del nuevo gobierno el 6 de marzo.
Al día siguiente, según testigos y grupos humanitarios, estalló una ola de represalias indiscriminadas dirigidas contra civiles alauitas en aldeas como Sanobar.
Testimonios desde el terreno
Uno de los acusados por participar en los hechos, Abu Khalid, confesó haber viajado como civil armado a Sanobar el 7 de marzo. Aseguró que tanto él como otros combatientes actuaron bajo supervisión del Departamento de Seguridad General del gobierno, que les habría indicado no atacar a civiles.
Sin embargo, Khalid fue grabado mientras disparaba y asesinaba a un hombre de 64 años, Mahmoud Yusef Mohammed, en la entrada de su casa. Aunque alegó que la víctima era un insurgente armado, las imágenes no respaldan su versión. Actualmente se encuentra detenido.
La policía militar siria negó cualquier vínculo con Khalid y sostuvo que no existió coordinación oficial con grupos de civiles armados.
Alauitas, objetivo del conflicto
La comunidad alauita, una rama del islam chiita que representa aproximadamente el 10% de la población siria, ha sido históricamente asociada al poder en Siria, especialmente durante el mandato de Assad. Desde su derrocamiento, se han convertido en blanco de represalias por parte de algunos sectores vinculados al nuevo gobierno sunita.
La violencia en Sanobar forma parte de una tendencia más amplia: informes apuntan a ejecuciones sumarias, ataques coordinados contra aldeanos alauitas y enfrentamientos entre milicias locales y fuerzas de seguridad. Testigos aseguran que, en algunos casos, unidades gubernamentales sí intervinieron para proteger a civiles de los grupos extremistas, aunque esa protección no fue suficiente para evitar la masacre.
Una región al borde del colapso
A pesar de que la costa siria ha permanecido relativamente aislada del resto del conflicto, los recientes acontecimientos exponen su vulnerabilidad frente a las tensiones sectarias que siguen marcando el país. La falta de rendición de cuentas, la ambigüedad en el rol de las fuerzas de seguridad y la presencia de milicias no oficiales hacen temer nuevas escaladas de violencia en la región.
