Tras la reaparición de Marcelo Moretti en las oficinas del club, el presidente interino de San Lorenzo, Julio Lopardo, presentó su renuncia a la dirigencia de la institución.
La vuelta del mandatario licenciado, apuntado por haberse metido 25 mil dólares dentro de su saco en un polémico episodio documentado en un video, desató un fuerte revuelo en todos los sectores del “Ciclón”. Lopardo ya había anticipado que, en caso de producirse el regreso de Moretti, daría un paso al costado.
En medio de este clima de caos institucional, se sumó otro capítulo que refleja la profunda crisis política y económica que atraviesa San Lorenzo. Esta semana, la sala C de la Cámara Comercial le pidió al club que se declare en quiebra y le otorgó un plazo de apenas cinco días para saldar una deuda de 5,3 millones de dólares.
La crisis no solo desnuda la falta de rumbo dirigencial, sino también la incapacidad de las distintas facciones políticas para anteponer los intereses del club a sus disputas personales. Mientras los dirigentes se cruzan acusaciones y renuncias, San Lorenzo se hunde en un escenario límite donde la quiebra dejó de ser una amenaza para convertirse en una posibilidad concreta, con consecuencias que podrían marcar a fuego la historia de la institución.
LA APARICIÓN DEL HOMBRE QUE GRABÓ EL VIDEO DE MORETTI: UNA CONFESIÓN QUE HUELE EXTRAÑO
Alejandro Rojas se presentó como el hombre que realizó la supuesta operación con cámara oculta en el despacho de Marcelo Moretti. Según relató, la grabación fue planificada por un agente que le ofreció una compensación económica a cambio de documentar la escena que luego generó revuelo en el entorno de San Lorenzo.
Rojas explicó que su tarea consistía en colocarse unos anteojos con un dispositivo especial para captar al “señor Moretti cuando reciba el dinero” en dos días distintos. “Por lo que escuché, era una deuda que tenía con ellos y querían tener una cámara para guardar ese momento… me hicieron armar algo para perjudicarlo, pero yo no tengo nada personal contra él”, aseguró.
El hombre que registró la maniobra también contó que se distanció de quienes lo contrataron y denunció que el material audiovisual se utilizó como parte de una extorsión para hacerle una “cama” a Moretti. “A mí me dijeron: vos ponete los anteojos y grabalo cuando esté en su despacho”, recordó Rojas.
En el cierre de su confesión, expresó su arrepentimiento: “Si sabía que le iba a generar semejante problema a Moretti, no lo hubiese ni grabado, ni se lo hubiese dado a nadie… la verdad es que me arrepentí”.