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¿Qué significa interrumpir, constantemente, la palabra del otro, según la psicología?

En la vida cotidiana, la mayoría de las personas han vivido, por lo menos, alguna vez una charla en la que alguien no deja terminar las frases y corta de manera continua a la otra persona. Esta acción, lejos de ser solo una mala costumbre, tiene un trasfondo que la psicología se encargó de estudiar en profundidad.

Interrumpir constantemente no siempre significa falta de respeto. A veces, refleja un estilo comunicacional marcado por:

* Ansiedad.
* Necesidad de expresarse rápido.
* Dificultad para regular la impulsividad.

La psicología social señala que este hábito también está ligado a la dinámica de poder. Quien interrumpe puede intentar posicionarse como dominante en la conversación, buscando imponer su visión o mantener el control del diálogo.

Por otro lado, la psicología clínica observa que interrumpir de manera compulsiva puede estar asociado a trastornos de ansiedad y déficit de atención donde la persona siente dificultad para esperar turnos y administrar la paciencia.

LAS EMOCIONES TAMBIÉN “JUEGAN”

Asimismo hay un costado emocional donde algunos individuos interrumpen por miedo a no ser escuchados o a que su aporte pierda valor si esperan demasiado. Es decir, la interrupción puede ser un mecanismo de inseguridad más que de arrogancia.

En contextos sociales, este comportamiento suele generar incomodidad. Las interrupciones constantes pueden dar la sensación de falta de empatía, poca escucha activa y desinterés en lo que el otro tiene para decir, deteriorando las relaciones.

CÓMO DEJAR DE INTERRUMPIR EN UNA CONVERSACIÓN

* Respirar antes de hablar.
* Tomar aire da un segundo para esperar el turno.
* Escuchar activamente
* Mirar a la persona, asentir y enfocar la atención en las palabras.
* Anotar mentalmente.
* Guardar la idea en la cabeza, o en un papel, para no apurarse a decirla.
* Usar señales no verbales.
* Mostrar interés con gestos permite participar sin cortar al otro.
* Practicar la paciencia.
* Recordar que las conversaciones son turnos compartidos, no monólogos.

Poner en práctica estos hábitos en entornos cotidianos ayuda a mejorar las relaciones. Algunos de ellos son:

* Charlas familiares.
* Reuniones laborales.
* Encuentros sociales.

Cuanto más se ejercita la espera y la escucha, más natural se vuelve la misma. Además, aprender a respetar los turnos en el diálogo ayuda a mejorar la percepción social y, quien escucha con atención transmite:

* Respeto.
* Apertura.
* Confianza.

Todos son elementos clave en cualquier vínculo humano.

En definitiva, interrumpir constantemente no es un simple detalle de estilo. Según la psicología, puede ser un síntoma de:

* Ansiedad.
* Inseguridad.
* Necesidad de control.

Y reconocerlo para poder trabajarlo no solo beneficia la salud mental, sino también la calidad de las relaciones sociales.