El femicidio de Érica Soriano, una mujer, de 30 años y embarazada de dos meses y medio, desapareció en agosto de 2010 en Lanús y su cuerpo nunca fue hallado, pero la Justicia condenó a su pareja, Héctor Daniel Lagostena, a 22 años de prisión.
El 20 de agosto de 2010, Érica Soriano y Daniel Lagostena acudieron a una consulta médica con un obstetra en el Sanatorio Mater Dei, en Palermo y esa noche, alrededor de las 20.30, regresaron a la vivienda que compartían en la calle Coronel Santiago 1433, en Lanús.
A las 22.13, Érica habló por última vez con una amiga y en esa conversación, la testigo percibió que la pareja mantenía una discusión. A partir de ese momento, la joven nunca volvió a ser vista con vida.
Luego, en la madrugada del 21 de agosto, Lagostena intercambió mensajes con un sobrino con el que no mantenía trato habitual. Horas más tarde, un celular a nombre de la madre de ese joven registró llamadas en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires y en Lanús, en horarios y lugares que llamaron la atención de los investigadores.
Cuando la Policía allanó la casa de la pareja, encontró la chimenea encendida, pese a que ese día la temperatura superaba los 20 grados. Allí hallaron restos de poliéster compatibles con ropa interior femenina, lo que reforzó la sospecha de que Lagostena había quemado prendas de Érica.
Además, el reactivo luminol detectó una mancha de sangre bajo una mesa ratona, que aunque lavada, se determinó que pertenecía a una mujer.
Durante el juicio se incorporaron testimonios de amigas, familiares y exparejas de Lagostena que describieron una relación atravesada por los celos y el control.
Los correos electrónicos intercambiados entre la pareja mostraron que él exigía pruebas de dónde estaba y con quién, llegando a pedir fotos y controles de horarios.
Un informe pericial señaló que Lagostena presentaba “una personalidad psicopática con rasgos narcisistas”, y que ejercía un vínculo de sometimiento sobre Érica.
La investigación judicial reveló maniobras ilegales en funerarias y crematorios del sur del conurbano bonaerense. Escuchas telefónicas mostraron que en algunos casos se incineraban cuerpos sin certificados de defunción o incluso se cremaban dos cadáveres en un mismo féretro.
Una de las hipótesis fue que Lagostena recurrió a Leonardo De Simone, dueño de la funeraria La Paz y conocido de su familia, para deshacerse del cuerpo de Érica.
La madre de la víctima, María Ester Romero, reiteró esta sospecha: “Una de las personas que debe ser investigada es De Simone, que era quien estaba a cargo de la funeraria. Estoy convencida de que ayudó a Lagostena”, declaró a Télam.
Unos años más tarde, el 11 de julio de 2018, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 9 de Lomas de Zamora, integrado por los jueces Victoria Ballvé, Darío Bellucci y Juan Manuel Rial, condenó a Lagostena a 22 años de prisión.
La figura de femicidio no fue aplicada porque en 2010 todavía no existía en el Código Penal, pero los magistrados lo hallaron culpable de “homicidio en concurso ideal con aborto en contexto de violencia de género”.
Durante el debate declararon más de 40 testigos, entre ellos exparejas del acusado que narraron episodios de violencia similares.
Finalmente, los jueces concluyeron que Érica fue asesinada en su casa entre la noche del 20 de agosto y la tarde del 21.
En los años siguientes, la defensa de Lagostena, encabezada por el abogado Francisco Oneto, presentó distintos recursos ante la Cámara de Casación y luego ante la Corte Suprema. Alegó “una absurda valoración de la prueba” y pidió la revisión de la condena.
El 18 de diciembre de 2022, la Corte Suprema rechazó por “inadmisible” el recurso extraordinario con las firmas de Rosatti, Rosenkrantz, Maqueda y Lorenzetti, el máximo tribunal cerró definitivamente la vía de apelación.
Hasta el momento, Lagostena cumple su pena en la Unidad Penitenciaria N° 1 de Olmos, en el pabellón 4 del Servicio Penitenciario Bonaerense y la Cámara de Casación Penal bonaerense calculó que la condena vence en 2037, por lo que deberá permanecer en prisión al menos 10 años más.
Por último, el femicidio de Érica Soriano expuso fallas en el control de funerarias y crematorios, y mostró cómo la violencia de género puede terminar en un crimen aún sin hallazgo del cuerpo, aunque para la Justicia, las pruebas fueron suficientes para condenar a Lagostena, quien seguirá preso hasta cumplir su pena en 2037.