Cuestionar la propia memoria, releer mensajes viejos para buscar certezas o necesitar la opinión de terceros sobre una discusión de pareja pueden ser síntomas de estar sufriendo “gaslighting”, una forma de manipulación sutil pero extremadamente dañina que busca que la víctima dude de su propio juicio y percepción de la realidad.
Según el sitio Make It de CNBC, el término, que se originó en una obra de teatro de 1938, es, según expertas, difícil de detectar, especialmente al inicio de una relación, porque suele mezclarse con gestos de afecto desmedido.
“El gaslighting es horrible porque realmente socava la relación que tenemos con nosotros mismos”, afirma Grace Lee, coach de citas. Por su parte, la psicóloga Alison Wood Brooks advierte que es “extremadamente difícil de denunciar”, ya que al principio “los intentos de hacerte dudar de tu competencia o tu memoria son sutiles y se alternan con bombardeos de amor, lo que lo hace muy confuso”.
Sin embargo, las especialistas señalan que existen algunas frases que deberían encender las alarmas si se usan de forma recurrente en una relación.
Las tres frases de alerta:
1. “Solo intentaba ayudarte”. Esta frase suele usarse para disfrazar un comentario hiriente o una crítica como si fuera un acto de preocupación. Kennedy da un ejemplo: si tu pareja hace un comentario negativo sobre cuánto comiste en una fiesta y luego, al reclamarle, te dice “intentaba ayudarte para que otros no pensaran mal de vos, porque me preocupo”, está usando el cuidado como una excusa para generar una inseguridad.
2. “No quise decirlo de esa manera”. Expresiones como esta, o su variante “estás siendo demasiado sensible”, tienen como objetivo invalidar la respuesta emocional de la víctima. Buscan que la persona dude de sus propios sentimientos y se pregunte si no estará exagerando, cuando en realidad su pareja puede haber cruzado un límite o haberla lastimado.
3. “¿Por qué hacés un escándalo por esto?”. Un manipulador tenderá a minimizar el daño que causó. Si una persona le expresa que algo le molestó, es probable que la respuesta sea restarle importancia al asunto con frases como “en el gran esquema de las cosas, esto no es para tanto”. Este comportamiento, según Kennedy, “tiene la intención de controlar a la otra persona y, en última instancia, hacerla más dependiente del manipulador para obtener seguridad”.
La clave: cómo tener una discusión sana
En contraposición, Alison Wood Brooks, profesora de Harvard Business School, ofrece un modelo de tres pasos para resolver conflictos de manera saludable:
* Repetir lo que el otro dijo: Esto demuestra comprensión y le da a la otra persona la oportunidad de corregir cualquier malentendido.
* Validar sus sentimientos: Implica afirmar y reconocer las emociones del otro, incluso si no se está de acuerdo con su punto de vista.
* Exponer el punto de vista propio: Una vez que la otra persona se siente escuchada y validada, se puede expresar con calma el propio razonamiento.
La diferencia fundamental es que una pareja sana busca resolver el conflicto en conjunto, mientras que un manipulador se enfoca en convencer al otro de que no hizo nada malo.