La habilidad de un adulto para que un chico menor a los 15 años (la generación Alfa) le dispense un momento de atención consiste en sintonizar el mismo código que él conoce y usa para comunicarse con los pares.
No gritar, no imponerse, simplemente dejarse descubrir, es la clave.
La conexión puede ser inmediata, siempre que el mensaje se trasmita dentro de los parámetros que no son explícitos, ni obvios, sino que encuadran en aquel módulo predeterminado.
Los primeros en crecer completamente rodeados de tecnología suman unos 2.500 millones de habitantes en todo el mundo, la generación más numerosa de la historia.
Se los llama “niños iPad”, porque llegaron al mundo en el mismo momento que la primera tablet y las redes sociales tal como las conocemos.
No distinguen entre lo físico y lo digital: su educación, sus relaciones y hasta su entretenimiento ocurren en un ecosistema donde las pantallas median cada experiencia.
Adquirieron una gran competencia para las multitareas, pero pareciera que al costo de ser más impacientes y tener un foco de atención más lábil e intermitente.
NARRATIVA ENCRIPTADA
TikTok es el escenario ideal para esa narrativa encriptada. Ahí, lo cotidiano se vuelve simbólico.
Un tutorial podría esconder una recomendación. Una historia personal, un guiño. Que no se revele intencionalidad lo convierte en lo más efectivo del momento.
Todo puede empezar con una pantalla táctil. O varias. La Generación Alfa construye su propia forma de ver el mundo entre videos de siete segundos, canciones virales y emojis usados como jerga secreta.
Uno de los grandes desafíos que hoy enfrentan padres y docentes es conectarlos sin que dejen de mirar la pantalla, para evitar que se cierren cuando se les habla, aunque por otra parte sí exijan ser entendidos.
Son nativos digitales que aprendieron a manejarse con celular antes que caminar o hablar, son su entorno natural. Viven inmersos en un universo digital que se reinventa cada segundo.
Nacieron entre videos de siete segundos, canciones virales y emojis usados como jerga secreta, y es su forma de ver el mundo.
SIN CODIFICAR
Solo comprenden quienes estén dentro del código. Para el resto, puede pasar indavertido.
Pero para quienes reconocen las claves —una canción específica, un gesto, un emoji en cierto orden— la conexión es inmediata.
Un estudio reciente realizado en Ecuador de la Universidad Laica “Eloy Alfaro” de Manabí en Ecuador reveló cómo la Generación Alfa interactúa con estas plataformas desde muy temprana edad, desarrollando patrones de atención fragmentada y formas de comunicación fuertemente visuales.
Otro análisis, publicado en la revista de Comunicación de la Universidad de Piura, en Perú, señala cómo los formatos tradicionales pierden impacto frente a este consumo veloz, emocional y casi tribal.
La advertencia es no entrar en estos códigos sin entenderlos para no correr el riesgo de que tengan el efecto contrario.
“Si no se entienden las reglas del juego, la comunidad lo percibe al instante y rechaza. No hay segundas oportunidades”, asegura Eduardo Núñez, influencer Marketing Director en another, la agencia de comunicación estratégica con la mayor oferta en América Latina.
LA AUTENTICIDAD ES EL ÚNICO CAMINO
La respuesta no está en hablar más fuerte, sino en aprender a hablar con sutileza.
El contenido que hoy conecta no es el que interrumpe, sino el que se integra. No es el que se anuncia, sino el que se interpreta.
La comunicación del futuro será sugerida, compartida, contextual… y, sobre todo, culturalmente codificada.
Y para quienes logren dominar este nuevo lenguaje, el vínculo con las nuevas generaciones será más potente que nunca.