Aunque parezca inverosímil esta acción es frecuente. Controlar si la llave del gas está cerrada es una medida de seguridad razonable. Sin embargo, cuando una persona repite esta acción varias veces antes de salir de casa, puede tratarse de algo más que una simple precaución. Este comportamiento, que se realiza con frecuencia puede estar vinculado a la ansiedad o incluso a un trastorno obsesivo compulsivo conocido como TOC.
La necesidad de revisar una y otra vez si la llave gas está cerrada responde al deseo de eliminar cualquier posibilidad de peligro y, aunque muchas personas lo han hecho y hacen alguna vez, en algunos casos el impulso es tan fuerte que genera malestar y retrasa actividades cotidianas, como salir a trabajar o dormir tranquilo.
Son muchas las posibles razones por las cuales las personas revisan la llave del gas varias veces, en todo momento del día.
Estos son algunos de los argumentos más comunes por los cuales las personas revisan varias veces la llave de gas.
* Miedo a un escape de gas.
* Ansiedad o trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
* Haber tenido una experiencia previa negativa.
* Precaución extrema.
* Distracción al cerrarla.
* Rutina incorporada.
* Presión social o familiar.
* Falta de confianza en la instalación.
* Vivir con personas vulnerables.
Este tipo de TOC trata de rituales que intentan reducir el miedo a una catástrofe, en este caso, una explosión o intoxicación por gas, aunque la persona sepa racionalmente que ya verificó la seguridad del artefacto.
Por otro lado, es válido tener presente que no es un problema revisar, sino que, poner en práctica el hecho de evitar hacerlo muchas veces, lo cual se vuelve innecesario; sería más saludable y, además de que accidentalmente podría falsearse o romperse la llave.
Una de las causas que lleva a la persona a esta conducta reiterativa es la ansiedad que se activa frente a la duda de haberla cerrado o no, pero, si no se trabaja en ello a conciencia, el alivio será momentáneo y en poco tiempo volverá a aparecer.
Asimismo, es posible que estas acciones repetidas no lleguen a ser un trastorno, pero sí una señal de una personalidad ansiosa o de un momento de estrés elevado como, por ejemplo:
* Cambios importantes en la vida.
* Preocupaciones económicas.
* Situaciones traumáticas.
El contexto cultural también influye, ya que, en sociedades donde se refuerza la idea de que cualquier descuido puede derivar en una tragedia, es más probable que los individuos desarrollen hábitos excesivos de control. La sobreexposición a noticias de accidentes domésticos puede alimentar estos temores.
No obstante, la línea que separa una costumbre de una obsesión puede ser muy delgada. Una señal de alarma es cuando el comportamiento interfiere con la rutina diaria, provoca angustia o se acompaña de otros síntomas, como pensamientos negativos o necesidad de realizar otros rituales similares.
¿CÓMO CONTRARRESTAR ESTAS ACCIONES?
Si bien no hay que alarmarse ante una comprobación ocasional, prestar atención a la frecuencia y a la intensidad de estas conductas puede ser clave para detectar un problema mayor. Y, sobre todo, es importante saber que pedir ayuda es un primer paso hacia el bienestar.