A 25 años de su resonante dimisión, la renuncia de Carlos “Chacho” Álvarez a la vicepresidencia el 6 de octubre de 2000 sigue siendo un punto de inflexión crucial que “hirió de muerte” al gobierno de Fernando de la Rúa y precipitó la crisis de la Alianza. En un análisis del periodista Ceferino Reato, extraído de su libro “Doce Noches” se desvelan los entretelones de una decisión que, según Graciela Fernández Meijide, fue de un “individualismo insólito, absoluto”.
El discurso de renuncia de Álvarez en el Hotel Castelar, donde afirmó que seguiría “peleando por los mismos ideales desde el llano”, marcó el inicio de un proceso que culminaría en la caída del gobierno. Según supo Noticias Argentinas, la llegada de Domingo Cavallo al Ministerio de Economía, si bien inicialmente bien recibida por la mayoría, generó una profunda grieta en la Alianza y debilitó la figura presidencial.
LAS DENUNCIAS DE SOBORNOS Y LA BATALLA INTERNA
La razón principal esgrimida por Chacho Álvarez para su portazo fue el escándalo de las denuncias de sobornos a senadores para aprobar la Ley de Reforma Laboral en abril de 2000.
Álvarez se erigió como el principal promotor de estas acusaciones, que señalaban al entonces ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, y al jefe de la SIDE, Fernando de Santibáñes, como los presuntos operadores de estas “coimas”. Flamarique, un hombre de confianza de Chacho, y De Santibañes, amigo de De la Rúa, se convirtieron en sus “enemigos mortales”.
La crisis se exacerbó cuando De la Rúa, sin consultar a los líderes de la Alianza, modificó el gabinete el 5 de octubre, manteniendo a De Santibáñes en la SIDE y promoviendo a Flamarique a la Secretaría General de la Presidencia. Para Álvarez, esto fue una desautorización total a sus reclamos.
EL JUICIO POR LOS SOBORNOS Y EL VEREDICTO JUDICIAL
Las denuncias de Álvarez, aunque inicialmente lo posicionaron como una “reserva moral”, fueron objeto de una larga investigación judicial.
Años después, en 2003, el exsecretario Parlamentario del Senado, Mario Pontaquarto, se presentó como “arrepentido” y afirmó haber transportado el dinero de los sobornos por orden del propio De la Rúa. Este testimonio generó una nueva ola de especulaciones y la reactivación de la causa, incluso con el gobierno de Néstor Kirchner calificando la aparición de Pontaquarto como un “día de gloria” y sugiriendo una “reivindicación para Chacho Álvarez”.
Sin embargo, el 23 de diciembre de 2013, el Tribunal Oral Federal Número 3 absolvió por unanimidad a De la Rúa y a los demás acusados. El fallo calificó a Pontaquarto como un “embaucador” con una “versión de los hechos inverosímil, contradictoria y mendaz”, y sugirió que pudo haber una “operación política” detrás de su testimonio, impulsada por el gobierno de Kirchner.
LAS CONSECUENCIAS DE UNA RENUNCIA HISTÓRICA
La renuncia de Chacho Álvarez, aunque motivada por lo que él consideraba una lucha contra la corrupción, fue vista por muchos como un “grave error” que debilitó fatalmente al gobierno de De la Rúa.
Graciela Fernández Meijide criticó la decisión como un acto de “individualismo” que destruyó al Frepaso. Eduardo Duhalde la consideró un “gran error” que dejó al gobierno “herido en un ala”.
A pesar de su alejamiento de la política activa, la figura de Chacho Álvarez, un “líder puramente mediático” que se desinfló cuando su decisión fue juzgada como equivocada por el público, sigue siendo un objeto de análisis y debate sobre la ética, la gobernabilidad y el destino de las coaliciones políticas en Argentina.