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Un viaje, una separación y la memoria materna: los hilos de La Llorería, el último libro de Martín Sivak

“Nada es original: el desvarío ante la noticia inesperada, la representación mental, una y otra vez, de cada palabra…”, así comienza La Llorería, el nuevo libro de Martín Sivak, una obra que funciona como un díptico que continúa la senda de El salto de papá —publicado en doce ediciones—, pero esta vez con un eje en la experiencia personal y familiar.

Sivak articula tres núcleos narrativos: el diario íntimo de una separación, la evocación de un viaje formativo por América Latina junto al documentalista británico Sean Langan, y la memoria de su madre, atravesada por la enfermedad y la pulsión vital. “La razón de un libro, para mí, siempre tiene que ver con escribir sobre las cosas que realmente importan. No se trata de cálculos sobre lectores o sobre el momento oportuno”, explicó el escritor y periodista en diálogo con La Nación.

La historia se sostiene en un tono confesional que alterna duelo, humor y amistad. “Este libro tiene mucho de desborde, que no quise disimular”, señaló. El título surge de una frase de su padre: “Cuando de chicos perdíamos un partido, él decía: ‘A llorar a la llorería’. Ese guiño se transformó en una clave para contar un narrador que llora mucho por distintas circunstancias”.

El hallazgo de unas cartas escritas por su madre a su padre cuando estaba preso en 1969 se convirtió en el desenlace que el texto necesitaba: “Durante años este libro no tenía final, hasta que en una mudanza encontré esas cartas. Me dieron un cierre inesperado y conmovedor”, contó.

El libro, editado por Alfaguara, también indaga en la pulsión de vida que su madre sostuvo en medio de la enfermedad: “Ella intentó lo que papá no pudo o no quiso: quedarse. Fue incondicional con sus hijos. A diferencia de mi padre, que tuvo una vida más extravagante, ella estaba consagrada a lo familiar”.

El contrapunto lo ofrece la amistad con Langan, figura reconocida del periodismo británico, cuya vida estuvo marcada por episodios extremos, incluido su secuestro por los talibanes en Afganistán. “Sean fue un gran generador de situaciones absurdas y un maestro en el arte de reírse de sí mismo. Esa capacidad de desdramatizar me enseñó mucho”, aseguró Sivak.

El propio autor reconoció que el libro está atravesado por la lectura de escritores como Vivian Gornick o Emmanuel Carrère y por un método de trabajo basado en la reescritura obsesiva. “Yo no tengo el don de la escritura. Escribo con faltas de ortografía y reescribo mucho más de lo que escribo. Como decía Piazzolla: inspiración son ocho horas sentado en la silla. Para mí son catorce”, confesó.

La Llorería es, en palabras de su editora Magalí Etchebarne, un libro sobre la amistad, aunque también una exploración de los duelos amorosos y familiares. Sivak lo resume con sencillez: “No creo que la escritura sane, pero sí ordena un desorden”.

Con este nuevo trabajo, el autor ratifica su lugar como una de las voces más intensas de la narrativa testimonial argentina, capaz de transformar experiencias íntimas en relatos que rozan lo universal.