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Derriban mitos que persisten sobre la alimentación infantil

Un grupo de especialistas participó de un simposio denominado “Mitos y verdades en la nutrición infantil: ¿cómo abordarlos en la consulta?” en el que aportaron claridad, basada en evidencia científica, sobre las preguntas habituales que se hacen los padres y que, solo en ocasiones, llegan a la consulta con el pediatra o nutricionista.

El evento fue durante el 42° Congreso Argentino de Pediatría y la primera pregunta habitual de los padres es si están dándole a sus hijos una nutrición completa y variada, ya que, existen múltiples desafíos para ofrecer una alimentación que incluya todos los grupos de alimentos. Los tiempos para la elaboración, la cantidad de comidas fuera de casa, la falta de conocimiento para elegir alimentos de elevado valor nutricional y así poder sostener una alimentación saludable a largo plazo, por mencionar algunos.

“En el marco de un estudio sobre calidad de dieta en niños (4 a 9 años) y mujeres, realizado por CEPEA en 4 ciudades de Argentina (Gualeguaychú, Tucumán, Rosario y CABA) se relevó la frecuencia con que se consumen unos 69 alimentos representativos de la dieta en su conjunto, de lo que vuelven a surgir resultados ya conocidos, pero persistentes en la realidad alimentaria de nuestra población: la escasa variedad de alimentos en grupos clave como verduras, frutas, legumbres; los excesos característicos de cereales muy refinados, carnes rojas y alimentos ocasionales y déficits en nutrientes esenciales como calcio y vitamina D”, dijo el profesor Sergio Britos, integrante de PROFENI, un grupo de profesionales de la salud abocados al estudio de la nutrición infantil.

Hay una malnutrición que no se ve: chicos que tienen un peso normal o exceso de peso, pero carecen de nutrientes esenciales. La Dra. Mabel Carosella, directora médica del Grupo Pediátrico Belgrano R, reconoció que “detectarlo requiere un abordaje integral que combine antropometría, análisis de laboratorio, examen físico e interrogatorio alimentario para evaluar diversidad, frecuencia y calidad de la dieta. El primer paso es que los padres, madres y cuidadores llevan a los niños a la consulta con el pediatra y/o nutricionista. Ellos podrán mirar más allá de la balanza y tomar las medidas que sean necesarias”.

La manera en que los niños incorporan alimentos es decisiva para generar espacios donde puedan aceptar aquellas opciones más saludables: compartir la mesa, respetar horarios y promover variedad crea hábitos duraderos. El ejemplo de los adultos es central para que los chicos aprendan a disfrutar de una alimentación equilibrada.

Britos subrayó que “se requiere educación Alimentaria de calidad, facilitar el acceso a alimentos clave (verduras, frutas, yogur) y cambios progresivos en la dieta: legumbres en reemplazo de carnes y cereales integrales en reemplazo de alimentos refinados son puntos que deben remarcarse en las políticas alimentarias y también en la tarea cotidiana en los consultorios”.

VEGETARIANISMO Y DIETAS RESTRICTIVAS

En cuanto a las dietas restrictivas desde la infancia, tales como el vegetarianismo, la exclusión del gluten o de los lácteos y Sandra Blasi, Licenciada en Nutrición, Jefa del Área de Alimentación del Hospital Garrahan afirmó que las familias que optan por una dieta vegetariana o vegana para sus hijos “deben saber que es posible llevarla adelante, siempre que esté planificada y supervisada por especialistas. El gran desafío es garantizar los requerimientos nutricionales para cada etapa de la vida, observar los nutrientes críticos, especialmente calcio y vitaminas B12 y D”.

La alimentación infantil en dietas vegetarianas debe ser personalizada, pero es importante que incluya una amplia variedad de alimentos vegetales, legumbres, cereales y sus derivados, frutos secos y semillas, verduras y frutas, elegir grasas vegetales como el aceite de lino, chía, oliva, nueces, el huevo es una excelente opción para los ovolactovegetarianos u ovo vegetarianos. Elegir buenas fuentes de calcio, lácteos o bebidas vegetales fortificadas, entre otros alimentos. Consumir alimentos fuente de hierro ( soja, tofu, legumbres, frutos secos y semillas) acompañados de frutas y verduras ricos en Vit C ( naranja limón kiwi tomate morrón verde) para mejorar su absorción. Es necesario además, garantizar el aporte calórico diario adecuado a las necesidades de cada niño.

La Lic. Blasi agregó que “lo importante es que las familias que eligen este camino se asesoren adecuadamente y los profesionales de la salud podamos acompañarlos brindando pautas claras para cubrir todos los requerimientos nutricionales en cada etapa”.

Una duda frecuente es si hay actualmente más alergias alimentarias que antes. En los últimos años se observa a nivel mundial un aumento real de las alergias alimentarias, en especial la alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), que es la más frecuente en nuestro país. Este fenómeno se vincula con factores como cesáreas más frecuentes, uso temprano de antibióticos y cambios en la microbiota, sumados a predisposición genética. En caso de diagnóstico, si no se logra sostener la lactancia materna, el profesional de la salud puede indicar leches medicamentosas que mantienen la calidad nutricional y mejoran progresivamente la tolerancia al alérgeno.

El Dr. Omar Tabacco , médico pediatra gastroenterólogo, Jefe del Servicio de Gastroenterología del Sanatorio de Niños de Rosario, ex presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) sostuvo que se mejoró significativamente el diagnóstico temprano de estos cuadros: “Hoy sabemos cómo detectarlas y tratarlas de manera adecuada, evitando tanto la sobremedicación como la demora en la derivación al especialista”.

LA MICROBIOTA

Mucho se habla sobre la microbiota y desde la entidad destacan que hoy se reconocen numerosos ‘ejes’ que la vinculan con distintos sistemas: eje intestino-cerebro, intestino-muscular, intestino-óseo, intestino-hepático y -más recientemente- la relación entre la microbiota intestinal, cuadros psiquiátricos y neurodegenerativos.

“En Pediatría, la microbiota intestinal gana mucha importancia también por ser un factor esencial en los primeros 1000 días para el desarrollo inmunológico (disminuyendo la posibilidad de alergias y enfermedades infecciosas), en la programación metabólica (disminuyendo la incidencia en la edad adulta de enfermedades crónicas no transmisibles como obesidad, hipertensión y dislipemias) y en el neurodesarrollo”, dijo el Dr. Tabacco,

La microbiota intestinal se favorece con controles durante el embarazo, parto vaginal, lactancia materna exclusiva y, luego, con una alimentación variada en fibras y alimentos fermentados.Acerca de estos últimos, surge la inquietud sobre si son todos lo mismo, ya que, determinados fermentos presentan beneficios para la salud, pero no es lo mismo un alimento con beneficios demostrados que otro hecho en casa, sin los controles adecuados. En ocasiones, los procesos de elaboración pueden condicionar esos beneficios. Tal es el caso de bebidas fermentadas como kéfir o kombucha, que además pueden contener alcohol y no se recomiendan para la infancia.

En tanto, la seguridad del yogur en ocasiones es tema de conversación en el consultorio y Gabriel Vinderola, doctor en Química, investigador principal del Instituto de Lactología Industrial (CONICET-UNL) explicó: “El yogur está recomendado desde temprana edad por su aporte de calcio, proteínas, vitamina D, microorganismos vivos y -en algunas presentaciones- el agregado de probióticos. No representa riesgo de transmitir Escherichia coli, bacteria que puede causar síndrome urémico hemolítico. Esto se debe a que la leche utilizada para su elaboración atraviesa dos etapas de pasteurización de alta temperatura, que elimina cualquier riesgo microbiológico antes de la fermentación, donde solo intervienen bacterias lácticas seguras”.

Además, se reconfirma la seguridad de cada lote analizando su composición y garantizando la ausencia de microorganismos potencialmente patógenos. Los únicos casos reportados en el mundo corresponden a yogures elaborados con leche cruda, práctica prohibida en Argentina. Por otro lado, dejar un yogur algunas horas fuera de la heladera no lo vuelve peligroso. “Por eso, llevarlo desde el supermercado hasta la casa, o ponerlo en la mochila de un chico para el recreo, no representa un riesgo sanitario. En varios países incluso los envases ya indican que el producto puede permanecer entre 6 y 8 horas fuera de frío sin problemas”, aclaró el Dr. Vinderola.