Es un detalle que suele pasar desapercibido, pero tiene una historia fascinante. El ojal que aparece en la solapa izquierda de los sacos y trajes formales —llamado boutonnière en francés— no es decorativo: tiene una función histórica relacionada con la elegancia masculina y el protocolo ceremonial.
Según supo Noticias Argentinas, el ojal fue diseñado originalmente para colocar una flor natural, generalmente un clavel o una gardenia, en eventos formales como bodas, recepciones diplomáticas o ceremonias militares. Este uso era habitual durante los siglos XIX y XX, cuando el código de vestimenta exigía una flor en la solapa para completar el atuendo de gala.
En los trajes de alta costura, aún hoy algunos sastres tradicionales refuerzan el ojal con hilo y puntadas a mano para que mantenga su funcionalidad, aunque en la mayoría de los sacos de confección industrial ya viene cosido de forma decorativa y sellado.
EL DETALLE QUE MARCA ESTILO
Llevar una flor en el ojal sigue siendo un gesto de distinción en la moda masculina clásica, aunque su uso actual es más simbólico que funcional. En la realeza británica, por ejemplo, es habitual que los príncipes y jefes de Estado lo usen durante eventos oficiales.
Hoy, el ojal de la solapa representa una conexión con la tradición sartorial y un recordatorio de que la elegancia está en los detalles.