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Dilema para la conducción económica de Turquía: ¿impulsar el crecimiento o frenar la inflación?

Las autoridades económicas de Turquía están entrando en una fase más compleja tras el aumento de la inflación en septiembre por primera vez en 15 meses, lo que complica su cautelosa transición de una desinflación estricta a un modelo de apoyo al crecimiento, según economistas.

El Instituto Turco de Estadística anunció la semana pasada que la inflación de los precios al consumidor ascendió al 33,29 % interanual en septiembre, frente al 32,95 % de agosto.

El aumento, aunque modesto, puso fin a una larga racha de descensos que había reforzado la confianza en los esfuerzos del Gobierno por estabilizar los precios tras un periodo de extrema volatilidad.

En términos mensuales, los precios al consumidor subieron un 3,23 %, muy por encima de las expectativas del mercado.

Los analistas señalaron que el repunte se debió al aumento de los precios de los alimentos, la energía y los servicios, lo que sugiere que las presiones inflacionarias subyacentes se mantienen fuertes a pesar de los avances previos en la desinflación.

Esta reversión presenta un delicado desafío para el banco central, que había comenzado a flexibilizar la política monetaria con cautela a principios de este año tras un largo periodo de restricciones. La próxima reunión de política monetaria está programada para el 23 de octubre, y los mercados están observando de cerca si el banco desacelerará su flexibilización monetaria a la luz de los últimos datos de inflación.

“El banco debe actuar con cautela. Los recientes recortes de tasas son una señal de que lo peor de la inflación podría haber quedado atrás, pero no son una declaración de victoria”, declaró a la agencia de noticias Xinhua Atilla Yesilada, economista residente en Estambul.

El analista añadió: “Ahora que la inflación ha repuntado, aunque sea ligeramente, es probable que los responsables políticos reevalúen el ritmo de su flexibilización”.

Los economistas advirtieron que una flexibilización prematura de las condiciones monetarias podría debilitar la lira turca, impulsando la inflación importada.

Sin embargo, Mustafa Sonmez, otro economista residente en Estambul, afirmó que la prioridad del gobierno parece estar cambiando hacia el apoyo al crecimiento.

“El crecimiento parece estar cobrando importancia en el diseño de políticas, pero el margen de error es limitado. Si las condiciones de financiación externa se endurecen o la lira se debilita de nuevo, incluso una flexibilización moderada podría desencadenar otra ola de inflación”, advirtió Sonmez.

En un comentario reciente en el diario Ekonomim, el profesor de finanzas Emre Alkin, de la Universidad Topkapi de Estambul, argumentó que Turquía ahora intenta lograr un equilibrio, flexibilizando la política monetaria lo justo para sostener el crecimiento y manteniendo las bases para la desinflación.

“El éxito de este enfoque depende de la capacidad de los responsables políticos para preservar el equilibrio entre la confianza del mercado, la reforma estructural y una desinflación constante”, escribió Alkin.