La calle 51 volvió a poblarse de banderas y militancia, pero esta vez las canciones sonaron entrecortadas. A diferencia del 7 de septiembre, en el Hotel Gran Brizo la euforia bonaerense del mes pasado pareció un recuerdo lejano en una noche en la que el peronismo volvió a mirar hacia adentro para buscar respuestas a un resultado que dejó a todos con sabor a poco.
Cuando todavía no habían cerrado los comicios, en la sala de prensa del subsuelo del hotel que por cábala volvió a ser escenario del comando peronista, ya se agolpaba una multitud de periodistas y reporteros gráficos para cubrir un evento que todo el tiempo sonó distinto a las legislativas provinciales.
A pesar de que algunos voceros deslizaban, con cautela, que en la provincia de Buenos Aires “se ganaba”, por los pasillos del mismo hotel donde la victoria peronista en las bonaerenses se respiró todo el tiempo en septiembre, esta vez fue el espíritu de la derrota el que sobrevoló durante toda la jornada.
El frente del hotel platense volvió a transformarse en peatonal peronista, con un escenario dispuesto sobre calle 51 con pantallas gigantes que proyectan la frase: “Gracias por sumar fuerzas”, junto a imágenes del gobernador Axel Kicillof y la ex presidenta Cristina Kirchner. Pero esta vez el clima de algarabía, la música popular a todo volumen y la atmósfera de celebración no aparecieron. A pesar de que la militancia pobló la calle con banderas celestes y blancas desde muy temprano, las miradas siempre fueron de incertidumbre y desconcierto hasta muy entrada la noche platense.
La cábala del Brizo no alcanzó. La derrota devolvió al peronismo a su punto de partida: la búsqueda de una unidad real detrás de los nombres. La postal final fue la de un peronismo que, más que celebrar, tomó nota de que la reconstrucción tiene más preguntas que respuestas.






