La Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires señaló que “no avala ningún tratamiento” orientado a modificar el sexo biológico de menores, ya sea mediante bloqueadores hormonales, terapias de hormonización o cirugías de reasignación.
Lo hizo a través de un comunicado emitido tras su Plenario Académico del 25 de septiembre de 2025 en el que fijó una posición categórica contra las intervenciones médicas y quirúrgicas destinadas a la transición de género en niños y adolescentes y emitió un pronunciamiento en el que rechazó los tratamientos médicos y quirúrgicos de transición de género en menores de 18 años.
Esto último había sido establecido por el Gobierno nacional en febrero de 2025 cuando modificó el artículo 11 de la Ley 26.743 de Identidad de Género, promulgada en 2012 y restringió la posibilidad de realizar tratamientos hormonales o quirúrgicos de cambio de género solo a mayores de 18 años, mientras que, hasta ese momento, la legislación permitía que los menores accedieran a esos procedimientos con el consentimiento de sus padres y la intervención de un equipo interdisciplinario.
Ahora, la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires fijó la citada posición contundente en respuesta a las consultas judiciales que recibe la institución sobre procedimientos que incluyen la castración farmacológica o quirúrgica y la reasignación de género, los miembros de la entidad emitieron un declaración.
La institución fundamentó su postura en principios éticos y científicos, subrayando la necesidad de respetar la vida y la naturaleza humana, mientras que al referirse a los efectos de estos tratamientos.
“Teniendo en cuenta las deletéreas consecuencias de estos tratamientos sobre la salud física —muchas veces irreversibles— y psicológica, incluido un alto porcentaje de posteriores depresiones, la Academia los desaconseja”, advirtió.
Asimismo, indicó: “Tales intervenciones, que conducen a situaciones no sustentadas en verdades científicas comprobadas, han debido ser suspendidas en países que las promovían —como Finlandia, Suecia, Noruega, Inglaterra, los Países Bajos y varios estados de los Estados Unidos—, pues constituyen, cuando menos, consecuencias no deseadas de una promesa insustancial que atenta contra el sexo real, el biológico, al pretender ser reemplazado por la inconsistente percepción sociológica y voluntarista del género”.
“La atención de estos niños y adolescentes con disforia de género requiere un enfoque integral, centrado en ellos y sus familias, con sólidos vínculos y un acompañamiento estrecho de los servicios de salud mental”, aseveró la entidad.






