La heladería Monte Olivia había abierto en 1966 enfrente de la plaza Arenales, en Villa Devoto, y pese a que cerró en 2021, los vecinos y ocasionales visitantes siguen extrañando el sabor de los helados artesanales que la hicieron famosa en el barrio y conocida en CABA.
El local donde funcionara durante medio siglo tiene un cartel de remate que despierta más de una nostalgia entre los transeúntes, que lo miran y evocan las calurosas noches en que se aglomeraban para ser atendidos, saciar la gula y refrescarse.
Los más memoriosos recuerdan inclusive que, en los ´90, se había instalado muy cerca una sucursal de Freddo, acreditada competencia que pusiera en riesgo la hegemonía que había conquistado en los paladares del vecindario.
Pero Monte Olivia emergió airosa de la contienda y la que tuvo que levantar campamento fue la acreditada marca de helados que desembarcó para “pisarle el poncho”, como comentaban veteranos clientes del barrio.
SOCIOS EN DISPUTA
Y lo que no logró una amenaza del mercado, casi 30 años después lo hicieron desavenencias entre los fundadores puertas adentro.
No obstante, los dos socios justificaron, en su momento, la decisión de cerrar al año siguiente de la pandemia del Covid-19 al confinamiento y también al aumento del alquiler, para colmo en dólares, que les quiso imponer el propietario del local.
“Resulta insostenible para nuestras finanzas, no podemos continuar con la actividad de nuestra querida heladería”, argumentaron entonces ante accionistas y clientes.
Las controversias entre ellos culminaron en una intervención judicial por falta de acuerdo, que tuvo idas y vueltas en los tribunales, con acusaciones mutuas, hasta que finalmente hubo fallo de la Cámara Nacional en lo Comercial que la ratificó.
DE REMATE
Fue a partir de entonces que el local que desocuparon pasó a la instancia de remate judicial, en Jean Jaures 545, con fecha martes 22 de mayo, y se le fijó una base de u$s 2.410.000.
El cartel lo calificaba de Excelente, para uso comercial, con PB, sótano, primer piso y terraza.
Pugnaron por la atractiva esquina, una de las más codiciadas de la zona, varios inversores inmobiliarios y del rubro gastronómico.
A este último representa un vecino del barrio que, según versiones, fue quien finalmente se quedó con el local por u$s5,7 millones, más del doble que la base y anticipó mejoras por otros u$s6,5 millones.
La céntrica plaza Arenales es un punto neurálgico en el desarrollo de una zona muy buscada desde la desregulación inmobiliaria y donde se radicó más de una docena de empresas vinculadas al vino para aprovechar los beneficios de formar parte de los Distritos Económicos del Ministerio de Desarrollo Económico de la Ciudad, junto a la Paternal y Villa del Parque.