El Museo Reina Sofía de Madrid avanza en la transformación del antiguo auditorio del edificio Sabatini para convertirlo en una sala destinada a nuevos formatos audiovisuales. El proyecto interviene en un espacio emblemático del museo, con modificaciones en el acceso, la gradería y la materialidad interior para mejorar la acústica e incorporar un renovado sistema de imagen y sonido.
Ubicado en el antiguo Hospital General de Madrid —obra del siglo XVIII de José de Hermosilla y Francisco Sabatini—, el museo funciona desde 1992 y se amplió en 2005. El auditorio actual, diseñado en 1987 por Jaume Bach y Gabriel Mora, acompañó durante décadas conferencias y actividades institucionales. Tras la construcción de dos nuevos auditorios, el espacio quedó disponible para un uso híbrido entre cine y sala de proyecciones.
La propuesta mantiene los rasgos distintivos del proyecto original: la sala triangular que organiza la circulación en el acceso y el triángulo suspendido sobre el escenario, antes usado como dispositivo de reverberación. En cambio, se eliminan las antiguas cabinas de traducción, ya obsoletas, y se rediseña la pendiente del público para mejorar la visibilidad. El triángulo suspendido se convierte ahora en una gran pantalla acústica que integra los altavoces centrales.
El objetivo es adecuar el auditorio a su nueva función sin renunciar a la idea de “objetos geométricos” flotando bajo una gran bóveda, un guiño al “cielo estrellado” imaginado por Bach y Mora. Aquellas ventanas del antiguo hospital, cerradas con paneles de madera tallada que evocaban gotas de lluvia, se reinterpretan mediante superficies absorbentes y puntos de luz suave. El azul de la bóveda refuerza la sensación de exterior nocturno y dialoga con el rojo clásico del pavimento, en referencia a salas históricas como el Skandia de Asplund o el Cine Doré.
En el vestíbulo, un nuevo mueble triangular acompaña la circulación y establece un vínculo formal con la cabina de proyección. La serliana existente se conserva y el conjunto se unifica en un rojo intenso, enmarcado por cortinados de terciopelo que introducen al visitante en un universo cinematográfico que va de Buñuel a Lynch y de Almodóvar a Kaurismäki.






