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Leila Sucari: “La literatura se escribe con el cuerpo”

Buenos Aires, 3 diciembre (NA) – En ¿Se dice así?, Leila Sucari desarma la idea de que su libro es “solo” una novela erótica y propone, en cambio, una indagación sobre el deseo como lenguaje y sobre aquello que no puede traducirse del amor, la atracción y la escritura.

La autora, reciente ganadora del premio María Elena Walsh–Sara Facio, habla del cuerpo como fuerza eléctrica, de la intimidad como forma de resistencia y de una escritura que se guía por impulsos más que por tramas, en un registro fragmentario que apuesta a la música y a la emoción más que al argumento. Con referencias que van de Roland Barthes a Anne Carson, Sucari recupera el ocio como territorio del erotismo y de la imaginación, y espera que el lector salga de estas páginas con un renovado deseo de vivir su “única, salvaje y preciosa vida”.

– ¿Cómo describirías ¿Se dice así? a alguien que no lo leyó y puede pensar que es “solo” una novela erótica?

Es un libro que usa el erotismo como punto de partida, no como destino. Una pregunta sobre el deseo, el lenguaje y lo que no se puede traducir del amor y de la atracción. Más que contar una historia, indaga en el misterio de lo que el cuerpo intenta decir cuando las palabras fallan.

– El libro ganó el premio María Elena Walsh–Sara Facio entre más de 60 proyectos. ¿Qué creés que vio el jurado en tu planteo del erotismo?

Creo que vieron un acercamiento directo, sin eufemismos, donde la protagonista no es objeto sino impulso. El libro cuestiona mandatos de género y piensa el erotismo como una fuerza que desobedece.

– ¿Cómo trabajaste el desafío de escribir erotismo evitando el pudor pero también los clichés del género?

Escuchando al texto. Barthes decía que donde hay cuerpo no hay estereotipo. Escribí desde las pulsiones de esa narradora, sin pensar en quién me iba a leer. Todo género exige riesgo y entrega.

– ¿Sentís que la literatura puede “decir” lo que el cuerpo calla?

La literatura se escribe con el cuerpo: con su herida, su goce, su historia. No es que hable por él: es la forma en que el cuerpo habla.

– En un contexto cultural acelerado y saturado, ¿qué lugar ocupa hoy la literatura que se detiene en la intimidad?

No sé qué lugar ocupa, pero me interesa lo que detiene la vorágine. La inutilidad que mira, toca, escucha. Esas grietas donde todavía se puede imaginar algo distinto.

– Dijiste que el erotismo contemporáneo está en retroceso por falta de imaginación. ¿Cómo se recupera esa potencia?

Con ocio. Con ensoñación. Leyendo cosas viejas, mirando películas, saliendo a la calle o entrando a la cama. Para imaginar hay que perder el tiempo, y hoy casi no lo permitimos.

– La estructura del libro es breve, fragmentaria y de bordes híbridos. ¿Por qué te interesó desmarcarte de la novela tradicional?

Porque me interesa la poesía. Mirar con microscopio, seguir destellos, pensar musicalmente. Las tramas ordenadas me aburren; prefiero ir al hueso, que siempre es errático.

– ¿Hubo un punto del proceso en que el texto se volvió más una pregunta que una historia?

No lo pensé. Cuando escribo estoy en un hechizo. No es intelectual: cada libro es una necesidad. Las preguntas vienen después.

– Tu obra dialoga con voces como Anne Carson. ¿Cómo influyen en tu búsqueda?

Mi voz está hecha de muchas voces. La literatura es una conversación secreta, una complicidad subterránea.

– ¿Qué esperás que encuentre el lector además de erotismo?

Una pulsión vital: ganas de salir a vivir su única, salvaje y preciosa vida.

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